Opinión

Todos camareros

Manuel se pasó sus años mozos currando en la construcción en Suiza y cuando ahorró los francos suficientes regresó al pueblo para montar la parrillada Zúrich. No tenía ni pajolera idea de hostelería, pero en algo había que ocuparse y había jurado no coger otra vez un sacho. Las pasó canutas con los primeros cafés y las comandas del inicio. Tampoco le fue fácil a Carmen, su señora, cambiar la limpieza en un hospital por los fogones, pero cuando la voluntad es indoblegable no hay propósito que se resista. Con pelea fueron levantándole la clientela al Montevideo, al Berna y al London.


Los dos cativos, nacidos en Suiza, fueron a la universidad, terminaron Derecho y Económicas, dominan varios idiomas y ahora discuten entre pirarse a Suiza o continuar con la parrillada Zúrich. La decisión es complicada, pero, como sus progenitores, sólo ven dos salidas: la maleta o la barra.


En la fértil tierra del mar, el sector servicios genera el 60% del PIB al estar tiritando la pesca, la agroganadería, la industria, el naval, el sector eólico o la construcción. Acabaremos siendo un pueblo de camareros. Ya hay más de 40.000 en nómina, como publicaba el otro día 'La Opinión, y es la primera profesión de Galicia, pero con la puñeta de que a muchos no le queda más remedio y sueñan con poder ejercer algún día su verdadero oficio o vocación. Una colega, excelente traductora y fotógrafa apasionada, ha tenido que emplearse llevando las cuentas de un garito. No había vuelto a ver números desde que en tercero de BUP decidió ir por la rama de letras puras. Su hija también trabaja en el restaurante y van tirando.


Los datos del paro han sido positivos en el pasado mes de marzo tanto en Galicia como en el resto del Estado, pero esta pedrea no puede ocultar que esta tierra ha sido la que menos ha crecido el pasado año. Las vacaciones de Semana Santa han dejado una ocupación hotelera del 75%, superando las previsiones del sector, y augurando una excelente temporada veraniega. En este país de lluvia y agua parece que hemos decidido encomendarnos al sol y comprar paraguas en otras partes en vez de fabricarlos. Lo mismo sucede con la tierra a monte. Cuando se marche el último veraneante habrá que volver a pensar en Zúrich. 

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