Opinión

El trabajo del asesor

Está muy extendida la creencia de que los asesores de los políticos no pegan ni un sello y la realidad es que en muchas ocasiones realizan un trabajo colosal e ingrato. Con el reciente cambio en las alcaldías de las principales ciudades gallegas, unos cuantos colegas de oficio se alistaron en los gabinetes de prensa de los concellos, pero no llegaron a un balneario como alguien puede pensar si no se conoce lo que sucede detrás de los focos. Es cierto que durante cuatro años puedes tener la luz pagada si no te despiden antes porque se trata de un cargo de confianza, pero cuando te significas políticamente quedas marcado y después resulta complicado volver a la actividad profesional anterior. "No te signifiques, no te signifiques", recomendaban los abuelos cuando alguien tenía la tentación de caer en el embeleco político.

Hace unos días, este chófer de anécdotas tropezó con una amiga de una de las asesoras del socialista Emilio Pérez Touriño, presidente de la Xunta durante el Gobierno bipartito. En el repaso de cómo les va la vida a antiguos compañeros salió el tema y regaló un comentario desgarrador: "Ella se dio cuenta un día en la playa de que esa vida no merecía la pena. Estaba con el novio y no podían ir juntos al agua porque uno de los dos tenía que estar pendiente del teléfono por si llamaba el jefe". El desgaste personal es gigantesco. Sabes a qué hora empiezas, pero nunca cuando vas a llegar a casa, sobre todo si te toca seguir la rueda de un conselleiro hiperactivo. Y no todo el mundo es capaz de asumir ausencias tan prolongadas, sobre todo cuando tienes cativos.

La mayor riqueza que puede atesorar una persona es tiempo, aunque nos cuesta reconocerlo y pensamos que el futuro queda lejos. Un porrón de horas han invertido los 9.528 médicos y enfermeros que pelearán el 23 de enero en Silleda para conseguir una de las 287 plazas que saca a concurso la Xunta de Galicia. Uno de los compañeros de piso durante la carrera en Salamanca estudiaba Medicina y la única luz que el responsable rapaz vio durante cinco años fue la del flexo de su mesa. Cuando todos nos largamos con el título, él continuaba dándole a los codos, como siguen haciendo los 1.040 facultativos que aspiran a conseguir una de las 82 plazas de galeno. Heroico.

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