Opinión

Y pretenden ser millonarios

La gran mayoría de los que tengan churumbeles zozobrando en la adolescencia sentirán una comezón atroz por estar criando a una panda de vagos que difícilmente resistirán los sopapos de la vida. El resto que ponga la oreja para escuchar lo que comentan los mozos que, por edad, tendrían que estar a un tris de empezar a pagar facturas. Es descorazonador. Este chófer de anécdotas entrega la cuchara después de defender un porrón de ocasiones a las nuevas generaciones. Parece que no hay remedio y la culpa habrá sido nuestra. 

En los años 50, a un rapaz de 15 años lo situaban en la escalerilla de un trasatlántico para ganarse el futuro deslomándose en un mundo desconocido. A la misma edad, hoy sueñan con pilotar un yate de gran eslora, con la diferencia de que pretenden conseguirlo sin doblar la cerviz. 

En los años 70, el viaje fue a Europa para regresar con cuartos suficientes para montar un bar, levantar una vivienda y poder dar estudios a los hijos. El esfuerzo fue el mismo. Los retoños se licenciaron desgastando codos y buscaron para sus vástagos una vida plagada de las comodidades que ellos no pudieron disfrutar. Ellos hicieron lo mismo que sus padres, aunque multiplicando el confort de su descendencia. Nada de llevarlos al monte a cortar pinos o hacerlos trabajar para costear el teléfono móvil, la motocicleta o los vicios. Para eso ya están los padres y si estos no consienten se apunta al abuelo. El resultado es una generación que pronto tendrá que incorporarse a un mercado laboral precario, cuenta con grandes conocimientos tecnológicos pero sabe poco o no sabe nada de que para conseguir los sueños es necesario pasarse muchas horas del día picando piedra y quizá hacer las maletas otra vez.

Hace algo más de una década, el periodista Pacho Rodríguez fue un visionario al titular un reportaje sobre el auge de las videoconsolas: "Al fútbol ahora se juega con la mano". Sin correr no hay manera de sacar una gran estrella por mucho talento que te haya regalado la genética. "Yo voy a ser millonario", afirmó el otro día con seguridad un adolescente. "¿Y cómo vas a hacerlo?", lo interrogó la madre. "No lo sé, sólo sé que voy a ser millonario", respondió. Normalmente estos salen del hambre. 

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