Opinión

El año 2020, el año del cuñado

Si la pandemia nos ha enseñado algo, además de palabras como confinamiento o desescalada, es que cualquiera puede convertirse en cuñado. El vecino del segundo, el profesor de inglés o la prima con tres carreras que vive en Boston. Todos son carnaza del cuñadismo, usted también, y yo.

Si enero empezó con normalidad, para finales de febrero ya había mucho cuñado en España. La mitad del país se disfrazaba de coronavirus en carnavales y la otra mitad comenzaba ya a comprar papel higiénico para su búnker personal. Todos cuñados. "Bueno hombre, es una gripe", decían unos. "Si los chinos están montando un hospital en cuestión de horas ojo eh, que esa gente sabe", decían los otros. El virus entró en el país y nos pilló en medio de absurdas y acaloradas discusiones, y en un abrir y cerrar de ojos, ya estábamos encerrados. "Confinados". 

Con el confinamiento, además de la creatividad, en las casas comenzaron a aflorar los epidemiólogos, pero sin carrera. "Nos cierran medio año", "Esto una semana más y ya", "Faltan cojones para tomar decisiones en este Gobierno", "La vacuna hasta 2030, nada". Entre el aburrimiento y la hiperconexión, el guasap se convirtió en un nido de audios, vídeos y notas de voz fake, reenviadas un millón de veces y sin más objeto que el de volvernos a todos locos. Tu tía abogada, a la que siempre has considerado cuerda, acabó reenviando una nota de voz de una supuesta enfermera de La Paz que decía que el Gobierno se negaba a pagar mascarillas. Y es que uno no es de hierro, y la fiebre del cuñado acaba subiéndonos a todos. Si no, que levante la mano el primero que no ha hecho cábalas sobre cuántas semanas de confinamiento nos quedaban. O de desescalada, o si la curva bajaba porque hacía calor o si la curva subía porque hacía más frío. 

Ahora, el cuñadismo se centra en la vacuna: los epidemiológos también son expertos en Salud Pública. "Yo eso no me lo pongo, que la hicieron muy rápido", dicen unos. "Seguro que solo se la ponen los políticos y sus amigos de turno", dicen otros. "Primero que se la ponga el resto, jaja", contestan otros. Mientras, ya se cuecen notas de voz de supuestos efectos secundarios de la vacuna, incluso fotos. Ojo con eso.

Pero qué narices, reivindiquemos el cuñadismo como monumento nacional. Nos ha demostrado que estamos preparados para opinar de todo, lo que vendría a ser como decir que todos podríamos estar en el plató de Sálvame o del Chiringuito. Maravilloso. ¡Feliz 2021!

Te puede interesar