Opinión

Un callejón con una única salida: elecciones

Hoy todos somos Vicent Vega, o John Travolta en “Pulp Fiction”, que es lo mismo. Amanecimos perdidos, confundidos y despistados, como Vega, sin saber muy bien dónde estamos, ni qué hacer, ni tampoco qué va a pasar. No es fácil, la verdad. En apariencia, España es hoy un país ingobernable en medio de un callejón sin salida, que como bien saben todos los que alguna vez estuvieron en alguno, solo tiene una salida: volver atrás.

Vayamos por partes. El partido que ha ganado las elecciones es justo el que más ha perdido: 63 escaños, 3,6 millones de votos y a su potencial muletilla, Ciudadanos, que fue decir que facilitaría la investidura de Rajoy y esfumarse sus altísimas expectativas de voto. Al final, PP y Ciudadanos ni siquiera suman para garantizar la investidura de Rajoy.

Enfrente está un PSOE que volvió a firmar, de nuevo, otro peor resultado de su historia. Y ya van 6 en cuatro años, después de las anteriores generales, las europeas, las municipales y autonómicas y las catalanas.

Finalmente se quedará con 89 escaños, pues de los 90 que tiene hoy, uno es de Nueva Canaria, un partido con el que se coaligó para estas elecciones pero cuyo único diputado se irá al grupo mixto, pues así está acordado. Es por tanto cuestión de días que el PSOE se quede incluso por debajo de la barrera psicológica de los 90 escaños, después de perder 20 y millón y medio de votos.

Aun así, le podrían salir las cuentas para conformar una mayoría de izquierdas sumando a Podemos, los valencianos de Compromís, los catalanes de En Comú Podem, los gallegos de En Marea y a Izquierda Unida. Demasiados sumandos y demasiada heterogeneidad, sin que además la adición garantice la mayoría absoluta de 176 escaños. En realidad ni siquiera sumarían más votos que PP y Ciudadanos juntos: 163 por 161 de la izquierda.

Es decir, que todavía así el PSOE tendría que sumar algunos de los 24 escaños nacionalistas del nuevo Congreso, entre los que figuran los de Esquerra, la antigua CiU, Bildu, PNV y Coalición Canaria, y sin olvidar que 19 de ellos son independentistas (Esquerra, ex CiU y Bildu). Más complejidad todavía. Un imposible, vamos.

Así pues, descartada la gran coalición, ya solo quedan dos salidas a este embrollo. La primera, que el PSOE, junto a Ciudadanos, se abstenga en la segunda votación, cuando el presidente ya podría ser elegido por mayoría simple. Es la fórmula preferida por los poderes económicos y empresariales del país, y también por Bruselas. Pero claro, no depende de ellos, sino del PSOE y por ahora esa abstención parece altamente improbable.

La segunda salida es una segunda vuelta en forma de repetición de las elecciones, una opción inédita en España pero totalmente previsible a raíz del resultado de ayer. Y posiblemente la única que pueda aportar estabilidad de verdad y duradera al país, pues la actual situación es inmanejable.

Y entre tanto queda por saber qué pasará con Pedro Sánchez, pues el futuro de Rajoy ya está vinculado a que sea presidente o no. El de Sánchez, en cambio, dependerá de si su partido se deja convencer una vez más de que es posible alcanzar la victoria final cabalgando de una derrota hacia la siguiente. O bien decide abrir de forma inmediata un proceso de relevo.

Y es que actualmente el PSOE solo resiste como segunda fuerza en España gracias a Andalucía y Extremadura. En Galicia, sin ir más lejos, ha sido tercera fuerza por primera vez en unas generales. Algo que solo había pasado en 1977, cuando también el PSOE se quedó por detrás de UCD y Alianza Popular. Hoy, 38 años después, vuelve a aquella posición. En Galicia en general, pero también particularmente en A Coruña, Santiago, Ferrol, Lugo, Ourense, Vigo, Pontevedra… y Ribeira, Cambre, Culleredo, Noia, Fene, Oleiros, Vilagarcía, Cambados, O Grove o Baiona, entre otras poblaciones de una lista interminable.

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