Opinión

Crisis política

L a crisis financiera está provocando una crisis política de parecidas dimensiones al abrir debates innecesarios que dificultan la percepción de la realidad entre los ciudadanos. En estos momentos hay un falso debate en el que los partidos mayoritarios, PSOE y PP, aparecen con el paso cambiado. Los socialistas defendiendo el mercado y los conservadores pidiendo la intervención del Gobierno en el libre mercado.


La entrada de Lukoil en Repsol ha movilizado al PP contra la operación en un sector estratégico como es el del petróleo, como si Repsol-YPF fuera la dueña de campos petrolíferos y no dependiera de, por ejemplo, Argentina, que puede mañana nacionalizar la extracción del crudo en los pozos ubicados dentro de sus fronteras. Como el PP no puede oponerse a las medidas que está proponiendo el Gobierno de forma radical, busca la confrontación en todo lo que se mueve, para evitar quedarse en el ostracismo durante la crisis.


Lukoil es una empresa con mayoría de capital en manos privadas y su mayor accionista es una petrolera de Estados Unidos, con lo cual hay pocas razones para impedir la operación. El PP se ha olvidado de la defensa del mercado que hizo defendiendo la entrada de la empresa pública alemana EON en Endesa.


Mientras, el Gobierno movía fichas para cambiar alemanes por italianos aliados con la española Acciona. Pero en estos casos hay que esperar a ver cómo acaba todo. Porque es muy probable que el Gobierno esté diciendo lo que tiene que decir, mientras que, en silencio, está haciendo lo que tiene que hacer que es lo contrario de lo que debe decir.


Pero el PP tiene la necesidad de estar ‘en el candelabro’, como dijo una indocumentada, y qué mejor ocasión que la que permite gritar de nuevo ¡qué vienen los rusos! Veremos cuánto tiempo le queda de recorrido.


Mientras, en Galicia el líder del PPG no copia de su jefe Rajoy y, en vez de apoyar las medias tomadas por la Xunta, se limita a calificarlas de electoralistas, un argumento utilizado por los que no tienen nada más serio que decir. Alberto Núñez Feijóo se vuelve a equivocar en el tono y los temas que escoge como partido de oposición. El mensaje debería ser en positivo.



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