YO CONOCÍ UN HADA

Como la perfecta hada que era, todos los papeles los realizaba a la perfección; se podía transformar en madre, esposa, hija, hermana, amiga... según la situación y el momento.
Todas las noches, cuando no quedaba nadie por el pasillo, salía de su habitación y paseaba por la 'Avenida das árbores con rodas', en la novena planta del CHUO. Embozada, para no ser descubierta, en una preciosa mascarilla de tisú y un divertido sombrero blanco, rematado por pequeños trozos de nácar que tintineaban cuando movía la cabeza. Dulce y sonriente como todas las hadas, un día desapareció (como todas las hadas)... quizás tendría otras obligaciones que atender, pero la echo terriblemente de menos y me enfada no encontrarla.

Tal vez, cuando consiga deshacerme de la tristeza y rabia que me embarga, la encuentre en mi corazón y consiga sonreir recordando las divertidas y entrañables tardes que compartimos. Mi hada se llamaba Sonia.

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