La difícil encrucijada del pnv

El PNV ni en los más complicados análisis habría pensado que Bildu conseguiría romper las barreras que estaban situadas en el techo electoral de 1999, los comicios municipales celebrados después del proceso de Lizarra.
Todos los partidos tienen que hacer una lectura del escenario que queda particularmente plural, pero significativamente hegemónico del mundo abertzale. El pluralismo vasco surgió en la Vizcaya de la Restauración, como consecuencia de la revolución industrial, y se consolidó en la II República al configurarse el triángulo formado por el nacionalismo de José Antonio Aguirre, el socialismo de Indalecio Prieto y el carlismo del conde de Rodezno. Un triángulo casi equilátero en la Euskadi de 1936; pero no en Navarra, donde había una neta hegemonía política y electoral del bloque de derechas, que copaba toda la representación de la provincia en las Cortes.

Desde los mismos años de su fundación se han diferenciado tradicionalmente dos sectores, uno pro-independentista próximo a la izquierda abertzale y otro más autonomista, alternándose ambos posicionamientos en el poder de la organización. El PNV se encuentra en una difícil encrucijada, los jeltzales temen perder todavía más protagonismo en las próximas generales, arrebatado in extremis, por un partido que pudo concurrir a la última contienda como consecuencia de una controvertida sentencia del Constitucional. Eso explica su comportamiento en la Diputación de Guipuzcoa y la más que probable radicalización de sus posturas para recobrar al electorado que con el 25% de los sufragios escrutados optó por respaldar a Bildu.

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