Con una situación como la actual y ya con un nuevo Gobierno conviene que hagamos una verdadera reflexión de cómo hemos llegado hasta el punto donde nos encontramos, que miremos al otro lado del espejo para ver la realidad y desterremos el espejismo en el que estuvimos viviendo.
No se llega al extremo económico que afrontamos ahora sin que todos los miembros, agentes sociales y económicos de una sociedad se comportasen incorrectamente y no cumpliesen su función: los políticos en vez de buscar métodos para asegurar un crecimiento sostenible a largo plazo se dedicaron a tomar medidas que les permitiesen lograr una gran imagen a corto plazo mientras se dejaban llevar por una corrupción y economía sumergida disparadas. Los empresarios no reinvirtieron correctamente parte de sus beneficios, sino que optaron por aumentar su patrimonio olvidándose de la mejoría de sus organizaciones y acercándose al sector inmobiliario; no todos lo han hecho y los hay que han aportado muchísimo a este país. Por último, los trabajadores no hemos sido capaces de crear sindicatos fuertes e independientes que cuando vivimos en una époc a de bonanza exigiesen un aumento de salarios para aumentar nuestro nivel adquisitivo y no endeudarnos con el resultado que ahora vemos. Necesitamos reflexionar acerca de cuál ha sido el papel de todos nosotros en lo acontecido hasta la fecha y demostrar que somos una sociedad lo bastante madura como para asumir errores y evitar que se repitan en el futuro.
