LAS INVASORAS

Se han adueñado de nuestro territorio el comprendido en el fondo de edificaciones de las calles de Reza, Progreso, Ervedelo, y doctor Fléming. Antes de romper el día comienzan con sus graznidos ásperos y estridentes, ellas tienen un amplio repertorio de llamadas y comunicación y son muy ruidosas. Están instaladas en los puntos más altos de los edificios y en las antenas. Al llegar los primeros rayos de sol, con gran revuelo, desaparecen y no regresan hasta la última hora de la tarde.
Las invasoras han desalojado de este fondo de edificaciones al 'merlo' nuestro compañero residente. Llevaba aquí varios años, el negro, el de pico amarillo, el que todos los días nos despertaba con su precioso, fuerte y variado trinar; el mirlo ha desaparecido. También se han ido las 'anduriñas', las que nos anunciaban la proximidad del verano; los 'pardaos', que venían en sus pequeños vuelos a picotear los insectos que cogían en las distintas plantas; volaron las 'pombas', a veces aparece una que otra despistada, dando paseos por la terraza en busca del agua para saciar su sed; y, finalmente, diremos que también han desaparecido dos 'morcegos'.

Bueno, pues nosotros también nos vamos, hemos pasado aquí ocho alegres y estupendos años de nuestras vidas. Aquí se quedan estas aves invasoras de las que se dice que, en libertad, viven hasta 36 años. Ellas han sido las causantes de echar, de ahuyentar, de que emigraran el mirlo, las anduriñas, los pardaos, las palomas y los murciélagos. A donde nos vamos también hay invasoras, están por toda nuestra ciudad, ellas son las gaviotas.

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