Los pintores de la 'generación del 98' contraponen en París 'las dos Españas'

La pugna de 'las dos Españas', exacerbada a finales del siglo XIX con la pérdida de las últimas colonias, quedó plasmada en el duelo pictórico de una generación que se decantó entre el colorido y la luz representada por Sorolla y la tenebrosa oscuridad de Zuloaga, como ahora se puede ver en París.

Mario RoehrichEsa contraposición y el grupo de pintores que la protagonizó, eclipsados por la enorme atención que tradicionalmente se presta al genio de Goya y Picasso, son ahora objeto de la exposición 'La España entre dos siglos: de Zuloaga a Picasso, 1890-1920', que hoy se presentó en el Museo de la Orangerie de la capital francesa.

'Conocemos bien a los artistas que preceden a esta generación y también a los que les suceden, pero entre esos dos períodos se ignora prácticamente todo lo que ocurrió' en el terreno pictórico español, afirma a Efe la directora del museo, Marie-Paule Vial, una de las comisarias de la muestra.

Rescatar ese siglo del olvido es la intención de la muestra que pone de manifiesto que esa generación sirvió de puente entre la revolución pictórica que supuso Goya y la vanguardia que abanderó Picasso.

La Orangerie muestra hasta el 9 de enero, por un lado, 'la España negra' que llevaron al lienzo Ignacio Zuloaga, José Gutiérrez Solana o Santiago Rusiñol, y caracterizada por la crudeza de los temas sociales y políticos.

Enfrente aparece el valenciano Joaquín Sorolla, quien recorrió la 'España blanca' del trabajo y del ocio con una paleta rebosante de color.

Además de esos pintores, la exposición incluye obras de Darío de Regollos, Juan de Echevarría e Ignacio Pinazo, o de los catalanes Hermenegildo Anglada Camarasa, Isidre Nonell, Nicolás Raurich o Ramón Casas.

Al final, fruto de ese diálogo pictórico, aparece la eclosión del genio de Picasso, representado por dos de sus obras pioneras.

No será la primera vez que Zuloaga (1870-1945) y Sorolla (1863-1923) se encuentren en París, donde ya en 1900 opusieron sus visiones de España en una gran exposición en la que el segundo 'tuvo mucho más éxito', explica el director cultural de la Fundación Mapfre, Pablo Jiménez Burillo, el otro comisario de la exhibición.

El duelo entre los dos pintores escenificó la 'escisión entre esa visión blanca y luminosa y esa visión negra de España', en la que los intelectuales de la generación del 98 apoyaron al artista vasco, más acorde con sus postulados dramáticos, destaca Jiménez Burillo.

El comisario cree que, a pesar de la confrontación evidente, 'resulta interesante ver cómo esas dos corrientes se van entrelazando', y sobre todo cómo sus herederos se inspiraron 'tanto de una como de otra', con el ejemplo claro de Picasso.

'Los artistas de la vanguardia española fueron tan importantes y se incorporaron tan fácilmente al discurso internacional que a nadie se le ocurrió pensar que estos pintores españoles pudieran ser importantes para entender la llegada de los demás', puntualiza Jiménez Burillo.

La muestra aspira, asimismo, a evidenciar que existe 'una manera española' de entender a Picasso, a Miró o a Dalí, y que para llegar hasta ellos 'hay un camino puramente español', a pesar de la óptica internacional con la que se los suele contemplar, agrega.

Quizá esa generación no estuvo 'en la ortodoxia de la vanguardia, pero sí que ayudaron a construirla', resume el comisario.

La directora del museo cree que el ensombrecimiento de ese siglo pictórico se atribuye también al 'repliegue de España sobre sí misma' derivado de la pérdida de pujanza en la escena internacional que llevó a la pérdida total del imperio colonial.

Vial considera que, pese a sus diferencias, las dos corrientes comparten un punto de unión, su intento de 'observar las tendencias modernas y asimilarlas conservando al mismo tiempo su identidad española', una seña propia que defendió Miguel de Unamuno, uno de los adalides de la generación del 98.

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