Especial Arenteiro

El Arenteiro caminó acompañado y llegó a Primera RFEF

Caminó acompañado y llegó lejos. Victoria tras victoria, portería a cero, los primeros meses sazonando la liga con la Copa Federación y con la Copa del Rey. Esta es la historia de una temporada para recordar

Tuvo que ser en el denominado santuario del balompié ourensano. Allí, en el campo de O Couto, consumó el ascenso el Arenteiro, un ascenso a la tercera categoría del fútbol nacional que se fue cociendo a fuego lento desde mucho tiempo atrás. Solo era cuestión de tiempo. Lo rozó de forma matemática tras la victoria contra el segundo equipo del Burgos, únicamente el Avilés lo aplazó. Mejor, que desde el sofá no es lo mismo que en el estadio. Podría haber sido este domingo en Espiñedo frente al Langreo. Llegó antes, en el único derbi ourensano de la competición. El viaje más dulce, el desembarco verde.

Una sola derrota, números inimaginables para un equipo que meses atrás sufrió para conservar la categoría. Victoria tras victoria, portería a cero, los primeros meses sazonando la liga con las copas, con la Copa Federación y con la Copa del Rey. Rompiendo tópicos, desterrando aquello de la acumulación de partidos, muchas semanas compitiendo el miércoles y repitiendo el domingo. Aparcando la matraca que repite que un equipo modesto no está para afrontar dos competiciones. O tres. Llegó un momento que dio la sensación que no perdería ni aunque se lo propusiese.

El comienzo

En verano arrancó una aventura que llevaba consigo el guión más feliz posible. Con la Copa de los modestos, unas eliminatorias, todavía en Galicia, más como preparación que como verdadera competición. Aquella victoria sobre el Compostela en Portonovo dio paso a la fase nacional. Para qué pararse ahora, había que continuar. Continuó, noches laborables de frío, meses en los que pronto se ocultaba el sol. Así hasta el final, carretera y manta hasta Alzira, título conquistado.

Encontró el Arenteiro en Javi Rey el entrenador perfecto para continuar la obra iniciada por Fran Justo, que no pudo resistirse a la tentación de abordar el fútbol profesional con el Lugo. Situación excepcional, un cambio en el banquillo cuando todo eran días de vino y rosas. No hubo otro remedio, Rey dejó el Barco para llevar al Arenteiro hasta la línea de meta con unas cuantas jornadas de antelación. No puede tenerse todo, algarabía en Carbarlliño, depresión en Valdeorras. Rey, aquello de estar en el sitio exacto en el momento oportuno.

El Almería, el Atletico

“Si quieres llegar rápido, ve solo; si quieres llegar lejos, ve acompañado”. Y lejos, lo más lejos posible, ha llegado este Arenteiro, ahora de resaca, pronto planificando una temporada en la que partirá como cola de león. Por el camino, la Copa, la del Rey, la grande. El Almería fue el primero que padeció el efecto Espiñedo, el Atlético de Simeone, el de más finalistas en la Copa del Mundo, se salvó por los pelos, como el Valencia un año atrás.

Fiesta el domingo pasado en O Couto y fiesta éste en Espiñedo. Cuando vienes desde tan atrás se disfruta más aún. Atrás quedan momentos duros, en los últimos vagones del fútbol provincial.  Atrás queda aquél 2005, cuando se recuperó el nombre de CD Arenteiro, cuando la Primera Galicia era el pan de cada día. Cuando un ascenso a Preferente se saboreó como un hito irrepetible.

Langreo, visita a Zamora, Guijuelo de nuevo en Espiñedo y fin de trayecto en Lugo. Tardes todavía de celebración, de retrotraerse a los ochenta, en la Segunda B de entonces, fútbol de pierna fuerte en Carballiño. Nada ni nadie ha podido con él, dos derrotas, una de ellas contra un Primera vestido de rojiblanco, en todo el recorrido. Caminó acompañado y por eso llegó tan lejos

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