Ni rastro del Antela

El local Cole, el más cercano a un balón muy perseguido ayer en el campo de A Moreira de Xinzo.
photo_camera El local Cole, el más cercano a un balón muy perseguido ayer en el campo de A Moreira de Xinzo.
Un gol en propia puerta al borde del descanso, el comienzo de una derrota que tomó cuerpo en el segundo tiempo

Por el Entroido o simplemente porque tocó el día tonto. El Antela escogió el disfraz equivocado, se vistió con el de derrotado, y para redondear una mala mañana se metió el primer gol en la penúltima jugada del primer tiempo. Así que 0-1 se fueron los equipos al descanso, castigo excesivo porque el Celtiga no había hecho más. En la segunda parte quemaron la nave los antelanos, con el riesgo de ser castigados a la contra. Tal cual, primero en una jugada con vértigo y seis minutos después con un balón parado. Nada que no tenga remedio, en mitad de tabla y apenas un punto del quinto continúan navegando los limianos, que el próximo partido repetirán en A Moreira, frente al Umia.

El fin de semana arrancó con una baja en la plantilla, Guede dejaba el equipo con destino a Cataluña.  Más allá de eso, y de un primer disparo a puerta a los dos minutos, las sensaciones con las que arrancó el partido el Antela no eran buenas, un equipo sin chispa, como con sueño atrasado, como de resaca. “Aprétalo cojones” berraba a uno de sus centrales desde el banquillo Sabucedo, que ya había detectado antes que nadie las deficiencias. Con todo, el equilibrio se mantenía, el Celtiga, más allá de las subidas al principio de Nico, tampoco es que fuera un aluvión ofensivo. 

Quizá todo hubiera cambiado si el cabezazo de Fabio no hubiese sido despejado por el poste, con el partido cerrado y en el que aparecer por la línea de tres cuartos rival era simplemente un triunfo. A partir de ahí empezó a despertar el Céltiga, Óscar y Miguel Sayar buscaron la puerta de Ochotorena. Hasta que llegó ese infortunio, una falta frontal en teoría sencilla de defender fue cabeceada hacia atrás por Cole sin encontrar respuesta en el portero, que se esperaba cualquier despeje menos ese. El 0-1.

La segunda parte fue un quiero y no puedo constante de un Antela que no dio pie con bola. Se encontró para colmo con un árbitro especialmente quisquilloso con los locales y permisivo de más con los visitantes. Sin excusa, los cambios tampoco aportaron la energía que se necesitaba, de manera que pronto se vio más cercano el segundo mazazo pontevedrés que la posibilidad ourensana de igualar el partido.

Mediado el segundo tiempo se acabó, Iago Dávila inició una contra que no pudo terminar porque fue literalmente atropellado. Pero le dio tiempo para abrir a la derecha, para la llegada de Javi Vila, que resolvió con un sartenazo cruzado inapelable.  Sin tiempo para asimilar el golpe llegó otro más, una falta lateral desde la izquierda encontró el cabezazo Javi Vidal, 0-3, demasiado.

Veinte minutos por delante aún, ya que era irremontable al menos que la derrota no fuese a más. Se consiguió, sobre todo porque los rojiblancos no quisieron hacer sangre. Llegaron por debajo en la clasificación y se marcharon por encima, cosa del apelotonamiento entre el cuarto y el decimosegundo. 

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