Dos españoles aspiran al récord de cruzar 750 kilómetros del Ártico al estilo caracol

Dos aventureros madrileños, los primeros españoles en cruzar la enorme masa glaciar del Campo de Hielo Norte, en la Patagonia chilena, se han marcado ahora un nuevo récord: recorrer 750 kilómetros del archipiélago Artico en autonomía plena, es decir, con toda su carga a cuestas, al estilo ‘caracol’.
Estos expedicionarios, José Mijares e Hilo Moreno, que acaban de ser galardonados con el accésit al 5 premio internacional de Hazaña deportiva de Marca por su travesía en Campo de Hielo Norte, quieren ahora cruzar Spitsbergen, la isla más grande del archipiélago de Svalbard (Noruega), en el océano glacial Artico, arrastrando cada uno de ellos sendos trineos con cargas de unos 100 kilogramos.

Mijares y Moreno, éste último se encuentra en estos momentos en la Península Antártica trabajando como guía de un grupo de científicos españoles trasladados a la base Juan Carlos I, disponen ya de la licencia necesaria del gobernador de Svalbard, en la que se incluye el pago de un rescate, por si fuera necesario, para realizar esta larga travesía a lo largo de un enclave del mundo prácticamente virgen (es el único lugar del Artico en donde nunca han vivido pueblos aborígenes).

Según ha explicado Mijares a Efe, la idea es iniciar el próximo mes de abril su ruta en Spitsbergen (significa ‘picos dentados’, en honor a su relieve montañoso), y para ello, irán pertrechados con existencias que les permitan sobrevivir durante un período de unos cuarenta días con temperaturas de entre 25 y 30 grados bajo cero.

Una hazaña de tal envergadura no ha sido lograda aún por nadie, ya que anteriormente unos aventureros extranjeros sí hicieron una larga travesía en la zona, de unos mil kilómetros, pero se vieron asistidos con depósitos cada cierto tiempo.

Por el momento, desde el punto de vista económico, los exploradores madrileños cuentan ya con el patrocinio de una empresa noruega de ropa de alta montaña, y con ese mismo fin, también han entablado conversaciones con la embajada de Oslo en España.

Para avanzar por la nieve, se servirán de medios tradicionales como los esquís, aunque también de otros menos convencionales como las cometas, con las que se dejarán arrastrar en el caso de que sople el viento, que es la manera ‘más moderna’ de viajar por el Artico, según Mijares.

Aparte del frío y las inclemencias del tiempo, tendrán que hacer frente al posible ataque de osos polares, que es la población dominante en la zona, para lo cual se están preparando ya con las licencias de armas pertinentes, y además por las noches, se protegerán con un cerco alrededor de la tienda de campaña.

Las mayores dificultades se encuentran en las zonas de fiordos, donde los expedicionarios progresarán sobre banquisa: una capa de hielo sólido sobre las aguas marinas, que a menudo puede ser muy frágil, y que se mueve y se rompe continuamente por efecto de las corrientes.

En tanto que vayan cruzando el mar congelado, pasarán por infinidad de glaciares, con la posibilidad de contemplar, aparte de osos polares, focas, renos o morsas, entre otras especies de la fauna polar.

Se trata de una zona del Artico repleta de reminiscencias de un pasado cargado de historias de navegantes y tramperos, de hace dos o tres siglos; un lugar a cuyas bahías llegaban los barcos en los siglos XVII y XVIII.

Las islas Svalbard se encuentran entre los 74o y los 81o de latitud Norte, a unos 1.000 kilómetros del Polo Norte Geográfico, lo que las tiñe de oscuridad, con noches perpetuas, desde finales de octubre hasta mediados de febrero; por el contrario, el Sol de medianoche luce desde mediados de abril hasta finales de agosto.

Sólo hay dos núcleos habitados permanentemente en Spitsbergen: Longyearbyen, bajo jurisdicción noruega, y Barentsburg, administrada por Rusia. En el interior, la única presencia humana permanente se limita a una base científica polaca.

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