Nadal vapulea a Roddick y clasifica a España para su sexta final

Rafa Nadal, durante el partido. (Foto: Ballesteros)
A una dejada imposible, a una pelota que la arcilla resta velocidad y potencia para terminar amasando y en un punto intrascendente, Rafa Nadal, el tenista ya legendario, corre impasible y lucha hasta la extenuación, con un esforzado escorzo sobre la arena que el aficionado agradece y ovaciona en señal de admiración hacia un jugador de otra dimensión que eleva igualmente a España a un estadio superior.
Nadal acaba de ganar, más bien de deleitar, el punto decisivo para que el equipo español de Davis logre el billete de la final de tan prestigiosa competición en el próximo mes de noviembre. Lo hace asemejando su figura a ese superhéroe invencible de los cómics, incapaz de sufrir daño alguno y que se cuela en el corazón de todos.

Nadal es ya el nuevo sustento del pueblo, ejerce sobre él una increíble atracción y no sólo por su capacidad tenística sino también por ese encanto personal que añade trascendencia a su figura.

España estaba en manos de Nadal en la tercera jornada y el balear ofreció un recital. Ya no habrá alusiones a su estado físico ni a la altitud de la capital ni siquiera a la lluvia que aplazó momentáneamente el encuentro. Todo lo contrario. El baúl de los elogios se abrirá para adular al tenista balear en una temporada sobrenatural. En arcilla ya ha demostrado estar a la altura de los mejores de la historia, alcanzó su sueño en la hierba de Wimbledon y un oro olímpico soberbio en Pekín. Ahora, en el año de España -Giro, Tour, Eurocopa...-, la Davis no puede faltar y redondearía un ciclo inigualable de éxitos.

Durante los tres días de competición Nadal fue protagonista. A su paso se levantaba emocionada toda la grada de Las Ventas, obligándole a saludar a cada centímetro, y el grito de ánimo preferido de la hinchada -¡Vamos Rafa¡parece ya incorporado al acervo popular.

Nadal se instala en el sentimiento colectivo a la misma velocidad que fagocita rivales sobre la pista. El tenista es orgullo nacional.

NADAL SEÑALA EL CAMINO

Sobre las huellas del balear caminó un equipo español que vive sus mejores momentos en la Davis, cuatro finales en ocho años y dos títulos. Una metamorfosis generada en 2004 con la aparición de Nadal, entonces con 18 años, aunque previamente el camino lo habían iniciado en 2000 Juan Carlos Ferrero, Albert Costa, Alex Corretja y Joan Balcells.

Nadal inició la faena venciendo a Sam Querrey. No fue su mejor partido, parecía saber que el destino le depararía un duelo con Roddick de los que se graban en el recuerdo. Sin ser el mejor Nadal, apuntó el primer punto para España como consecuencia de su constante presencia en la pista que terminó por derribar el ánimo del joven californiano que debutaba en la Davis.

De continuo David Ferrer intensificó las opciones del equipo español, haciendo gala de su condición de 'gladiador' en un enorme partido ante Roddick. El americano, que se agranda defendiendo los colores de su país, luchó cuerpo a cuerpo con el alicantino. Contó con su mejor arma, ese extraordinario saque que le permite sobrevivir entre la nobleza del circuito, pero no fue suficiente porque cayó presa de la tensión en los momentos decisivos.

Una manera de entender el juego, la de Roddick, que no le sirvió sino para ser retratado ante Nadal. Su juego sencillo, de saque y volea, resultó el de un niño pequeño ante un gigante como Nadal en el cuarto partido, quien le tumbó constantemente en sus aproximaciones a la red.

La superioridad del español fue de tal magnitud, tan pronto y bien asumida por Roddick, por cierto, que hasta la grada se apiadó y sintió lástima por el americano, al que incorporó a la fiesta. El de Nebraska no tuvo reparos en colaborar y se unió con varios detalles de comicidad que la afición le agradeció con sinceros aplausos.

Roddick asumió pronto que era imposible medirse a quien es ya un deportista universal y colaboró en que el cierre de la eliminatoria fuera una fiesta redonda para todos los aficionados.

Hasta el dobles colaboró. Nadal es tan grande que le acompaña hasta el destino. Feliciano López y Fernando Verdasco estuvieron cerca de conseguir el 3-0, pero no pudieron. Quizá porque el mejor actor para bajar el telón de la Davis es Nadal. La puntilla tan torera que necesitaba la eliminatoria le correspondía al balear, héroe de 2004, número uno mundial y un jugador irrepetible.

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