Fue un domingo en el que tocó madrugar. Los despertadores sonaron a primera hora de la mañana y las mariposas en el estómago ya se sintieron nada más poner un pie fuera de la cama. Para los cigarrones. Y sus familias. Y los entroideiros de corazón. Verín celebró el Domingo de Corredoiro, día en que los cigarrones -o casi todos- visten el traje por primera vez tras un año de espera e ilusión. “Como non imos estar nerviosos, as ganas son infinitas, aínda que leves décadas vestindo o traxe”, apuntaban emocionados.
La camisa blanca planchada. El pantalón peinado. Medias, fajas, chaqueta y pañueleta cuidadas con esmero. Zapatos negros elegantes. Máscara, zamarra y chocas. Todo impoluto para comenzar un proceso de horas. Emoción a flor de piel. Y con los últimos retoques, a media mañana comienza a escucharse por la villa del Támega el sonido de las chocas. El Entroido ya está aquí, la gente -niños y mayores- ya lo vive.
Este domingo, como novedad, el desfile de los cigarrones salió de la avenida de Castilla, debido al incremento de participación año tras año. Y así fue, cientos de cigarrones desfilaron y lucieron su traje, con la zamarra a lo alto y las chocas saltando. Aunque todos los años la presencia de los más pequeños es habitual, este 2023 destacaban la cantidad de niños que presumieron de traje. Al llegar a la Praza Maior -llena de punta a punta- muchos de ellos quedaron corriendo por el epicentro de la fiesta, otros en la Praza do Cigarrón y muchos otros fueron a saludar a los feligreses a la salida de las misas de la Iglesia Parroquial y la Iglesia de A Mercé. Bendición a la figura central del Entroido de Verín y un afán incontrolable para que la tradición perviva. Y así es.
EL PREGÓN
El cigarrón tomó las calles y reinó en el día que en el que son los únicos y verdaderos protagonistas. Y entre el sonar de las chocas y el alborozo de los vecinos, comenzó en la Praza Maior de Verín la música de la mano de la discomóvil A Gramola.
Desde el escenario, a mediodía, presentaron al pregonero del Entroido de este año: “Fernando de Fumaces, o do pilón”, un entroideiro adoptado de “los de toda la vida” que roba carcajadas con su característico humor allá a donde va. “É o momento de correr o Entroido. O momento de desfrutar”, dijo sobre el escenario acompañado de cigarrones y de su mujer e hijo, agradecido y emocionado por ser “o pregoeiro”: “É un orgullo e un pracer estar aquí, porque aínda que as miñas raíces están en Fumaces (Riós), xa me sinto un verinés máis”, añadió.
Y al grito de “Viva o Entroido de Verín”, los cigarrones se siguieron luciendo en la villa del Támega, haciendo que vecinos y visitantes se emocionaran a su paso. Entre música y jolgorio, los entroideiros comenzaron a desfilar por los restaurantes de la villa: el cocido y la bica triunfaron en las mesas de las familias y amigos que celebraron el Entroido. Y la vida, “porque o Entroido é iso, celebrar a vida. A única época do ano na que os problemas quedan a un lado e todo parece un soño”, comentaba una verinesa.
El Domingo de Corredoiro estuvo acompañado de las charangas Los Támega, Noroeste y Abobriga, además de A Gramola, la orquesta Trébol y el grupo PanSenFron. Una jornada de alegría, de disfrute y de puros sentimientos. La música, los capuchones, los disfraces y los bailes triunfaron, pero por encima de ellos destacaron los cigarrones, reyes del Entroido de Verín.