La defensa del general acusa a las autoridades turcas de ‘prisa’ en las identificaciones

Navarro dice que ‘dulcificó’ los detalles para que las familias ‘no se torturasen’

El general Vicente Navarro, en una imagen de archivo.
El general Vicente Navarro, principal acusado en el juicio sobre las identificaciones erróneas del Yak-42, se declaró ‘inocente’ en su turno de última palabra y aseguró que intentó ‘dulcificar’ los detalles de las circunstancias en que se produjeron las muertes de los 62 militares españoles para que ‘las familias que habían perdido a un ser querido no siguieran torturándose y dando vueltas a algo irremediable’.
Además, durante la última sesión, la defensa de Navarro acusó a las autoridades turcas de querer ‘quitarse de en medio todos aquellos cadáveres’ asegurando que las ‘prisas’ que han reconocido miembros del equipo español no se corresponden con otros testimonios, y que no la hubo en su defendido.

En la novena y última jornada de la vista oral, que quedó vista para sentencia, Navarro defendió que en sus ‘44 años de ejercicio de la medicina’ jamás ha tenido ‘un incidente’ y se preguntó ‘que beneficio podía haber sacado’ del falseamiento de 30 de las 62 unidades si se encontraba ya ‘al final de su carrera militar’.

‘Yo no considero que tengo un desdoblamiento esquizofrénico de la personalidad, un doctor Jekill y Mister Hyde. Yo que he estado haciendo bien sobre el bien dentro de una praxis normal, ¿voy a revolverme a hacer daño, a quién, a las familias, para qué?’, se preguntó, asegurando que incluso ‘dulcificó’ los hechos para que las familias no se ‘torturasen’. ‘Habría sido una intervención absolutamente inexplicable’, apostilló el acusado que calificó de ‘infierno’ el escenario en el que se produjo el accidente.

El general, que se enfrenta a entre tres y seis años de prisión por un delito de falsedad en documento oficial, agradeció ‘la dedicación, el esfuerzo y el sacrificio’ de los dos oficiales que le acompañaron en las tareas de repatriación y aseguró que junto a él han sufrido ‘cinco años’ de ‘juicios paralelos y dimes y diretes de medios interesados’. ‘Han hecho que suframos una zozobra que solamente nosotros sabemos’, apostilló, tras lo que añadió: ‘Nuestra presencia y nuestro servicio en el trágico accidente fue de servicio a la institución militar. A los compañeros desgraciadamente ya lo teníamos en la última fase porque no había ningún tipo de recuperación, estaban ya cadáveres, nos quedaba la parte de las familias, de la información y dije que debía ser limitada la descripción de daños y de circunstancias que no venían a cuento’.

LOS TURCOS TENIAN PRISA

Antes de que Navarro iniciara su testimonio, su defensa acusó a las autoridades turcas de querer acelerar el trabajo de identificación de los cadáveres porque el 28 de mayo de 2003, dos días después del accidente, ‘habían elaborado’ el acta de entrega de los cuerpos, ‘en virtud de la cual saldrían los cadáveres ese mismo día’. Según explicó, testigos como el capitán enfermero Antonio González --que aseguran que la identificación se realizó con ‘prisa’-no se corresponden con el testimonio de los funerarios que enferetraron los cadáveres, que ‘reconocieron que fueron preguntados si querían parar’, ni con el de los tripulantes de los aviones enviados desde España, ‘a los que se dijo que se fueran a dormir’.

El defensor de Navarro acusó durante la exposición de su informe definitivo que el acta de los cuerpos que elaboraron las autoridades turcas, en la que se advertía de que 30 cadáveres estaban sin identificar, ‘no goza de la veracidad inmaculada que se ha venido otorgando’, ya que contiene ‘menciones falsas’ y, en uno de los casos, se confeccionó a partir de un ‘cambalache de restos’, algunos de los cuales ‘tuvieron que hacer desaparecer’.

‘¿Qué credibilidad se puede dar a ese acta de autopsias y qué valor incriminatorio puede tener?’, se preguntó. ‘Ninguno, salvo que queramos dar carta de naturaleza que contiene menciones falsas y realizado por personal turco que no reparó en su día en atribuir delictivamente a conjunto de restos que no eran una persona’, señaló.

Su defendido, señaló, ‘no se equivocó al hacer las identificaciones’, aseguró. ‘Es distinto errar en la identificación en un período de treinta y tantas horas y en un escenario dantesco, como era la morgue, que errar en una identificación al cabo de cinco años de instrucción y en la paz y en la quietud de los despachos de la Fiscalía de la Audiencia Nacional’.

En su opinión, la lista de 62 fallecidos y las notas de campo tomadas por Ramírez y Sáez no constituyen documentos oficiales, por lo que ‘no obran en autos ni tienen valor probatorio’. ‘¿Qué beneficio podría obtener el general Navarro por falsear los certificados?’, se cuestionó. Según dijo, ‘un cadáver no tiene protección penal’. El letrado recordó que testigos como el teniente general José Antonio Beltrán, coordinador de las tareas de repatriación, confirmaron que las labores de identificación fueron realizadas en su totalidad por las autoridades turcas, que, según apuntó, también asumieron la cadena de custodia de los restos y las tareas de enferetrado.

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