Son niños con altas capacidades intelectuales. Son diferentes al resto y, como consecuencia, necesitan una atención específica que no siempre reciben de padres y docentes.

Cómo educar a un hijo superdotado

Diego, Jorge, Laura, Andrés, María y Lourdes tienen entre 23 y 11 años.
Son seis hermanos que no se lo han puesto fácil a sus padres, Fernando y Mercedes, en la siempre complicada tarea de criar a unos hijos. La educación simultánea de media docena de criaturas está salpicada de 'obstáculos' y 'etapas complicadas', pero los principales motivos de conflicto para esta familia de Bertamiráns (Ames) no tienen su origen en la videoconsola, el botellón o el desorden en las habitaciones. Desde la infancia compartieron, además de techo, una fervorosa pasión por la lectura y una insaciable ansia por conocer. Y los seis tienen algo más en común: su cociente intelectual es superior a 130 (uno de ellos llega a 155, el nivel similar al de Albert Einstein) y, por tanto, son superdotados.

'Lo que desde fuera se ve como una bendición, no lo es tanto', advierte la madre. 'Son unos hijos maravillosos, pero no lo son sólo por el hecho de tener un coeficiente intelectual tan alto. Es cierto que no han tenido muchos problemas para sacar adelante sus estudios y los dos mayores ya están licenciados (Comunicación Audiovisual e Ingeniería Química), pero su educación no ha sido un camino de rosas'.

Además de las dificultades propias de la convivencia en una familia numerosa, ésta tenía que afrontar problemas que no son habituales en el resto de las casas o institutos. El sistema educativo actual contempla protocolos de actuación ante casos de alumnos con altas capacidades intelectuales, pero 'llevar a la practica lo que está en los papeles no siempre resulta sencillo'. A las trabas burocráticas y la escasa sensibilización de algunos profesores, hay que añadir el 'rechazo hacia lo diferente de muchos compañeros de nuestros hijos', apunta Fernando. 'Eran los bichos raros de la clase y así se lo hacían ver en el colegio y en el instituto. En el patio del recreo puede hacerse mucho daño a determinadas edades y nuestros hijos lo notaban de una forma particular porque ellos son especialmente tímidos y sensibles a determinadas cuestiones'.

Las dificultades de integración en el grupo se deben, en buena medida, a la hipersensibilidad propia de los superdotados. 'Mientras los motivos habituales de conversación del resto de los menores son las videoconsolas, el fútbol o las chicas, los niños con altas capacidades intelectuales están preocupados por las guerras, la pobreza o las injusticias sociales', explica Carmen Pomar, profesora de Psicología Evolutiva de la Universidad de Santiago y coordinadora del Programa de Enriquecimiento de la Asociación de Altas Capacidades (ASAC).


HOJA DE RUTA

Ella lleva más de diez años trabajando con niños superdotados y colaborando con los colectivos de padres que acuden a su despacho en busca de una hoja de ruta para hacer mas llevadera la vida de sus hijos. 'Los que tratamos habitualmente con estos casos sabemos que es necesario canalizar el potencial de cada persona y facilitar las condiciones más favorables para que en la infancia y adolescencia sufran lo menos posible. Suelen ser personas con iniciativa, creativas e hipersensibles. Escapan de las tareas ejecutivas y prefieren llevar el ritmo, sin jefes que el indiquen lo que deben hacer'.

Y eso lo deben tener en cuenta los padres y los profesores. El sistema educativo establece un protocolo para los alumnos con altas capacidades intelectuales y la LOE (Ley Orgánica 2/2006) los reconoce como sujetos con una necesidad específica de apoyo y con derecho a beneficiarse de una serie de recursos de los que disponen los centros para atender la diversidad. Galicia cuenta con equipos de orientación específicos en cada provincia y con orientadores escolares en los centros de Secundaria y Primaria.

Estos profesionales y los especialistas en superdotación son piezas clave en la identificación de cada caso para que estos alumnos diferentes reciban de la comunidad educativa la respuesta adecuada a sus necesidades. Su misión también es informar y contribuir a que los docentes compartan con los padres puntos de vista y actitudes que favorezcan la educación de estos alumnos. Sean los padres o los docentes los que detecten las aptitudes intelectuales excepcionales, lo habitual es que el profesor sea quien tome la iniciativa y solicite al departamento de orientación del centro que realice una evaluación psicopedagógica.

'No es una cuestión que dependa del voluntarismo de unos cuantos profesionales interesados en el tema. Es un asunto regulado por varias leyes y el sistema educativo gallego tiene que garantizar la respuesta adecuada a estos alumnos con altas capacidades', indica María Xesús Lois, portavoz de ASAC y madre de un niño superdotado.

La intervención se convierte en urgente cuando se detectan factores de riesgo, como problemas de adaptación o fracaso escolar. Es ahí donde se hace más necesaria la colaboración entre padres y docentes para evitar estrategias paralelas que pueden derivar en perjuicio para los menores.

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