Medio millar de gallegos aguardan por un trasplante de órganos, que representan el 10% de la lista de espera en España

La espera más larga

Rafael Matesanz, director de la Oficina Nacional de Trasplantes de Órganos. (Foto: Archivo)
Quinientos gallegos aguardan por un trasplante de órganos. Representan el 10% de la lista de espera en España que, pese a ser líder mundial en donaciones, nunca ha dejado de ser deficitaria. Las negativas familiares han descendido considerablemente en los últimos años, pero hay demasiados pacientes esperando por un riñón, hígado, pulmón o corazón. El perfil del donante pasó de ser un joven víctima de un accidente de tráfico a una persona mayor de sesenta años fallecida por una hemorragia cerebral. Este cambio de tendencia obliga a fomentar las donaciones en vivo y a probar nuevas técnicas para la transmisión de órganos.
El objetivo es mantener por debajo del 20% la tasa de negativas familiares a donar órganos de pariente fallecidos. Hace diez años rechazaban esta posibilidad el 35% de los parientes consultados, mientras la media española se situaba en el 21%; las distancias se han acortado y la diferencia de 14 puntos porcentuales se ha reducido hasta los 5 de los últimos ejercicios (21,7% frente al 16,8%).

Las campañas de sensibilización han conseguido cambiar comportamientos y actitudes que parecían inamovibles, pero siguen siendo demasiadas las personas que esperan un órgano: unas quinientas en la actualidad.

Aurora, enganchada desde hace más de medio año al tratamiento de diálisis, es una de ellas. Sueña casi todas las noches con esa llamada que le anuncie un trasplante de riñón. ‘Sé que otras personas que han pasado por mi situación han tenido que esperar más de un año y medio, pero yo soy muy optimista y estoy convencida de no será tanta demora en mi caso’, explica sin perder la sonrisa.

Espera menor

Ese sentimiento de provisionalidad, que en algunos casos se mezcla con la ansiedad, no se prolonga tanto cuando el esperado es otro órgano. La espera por un hígado no suele pasar del medio año, mientras que los plazos para los casos de pulmón o corazón suelen acortarse hasta los tres o cuatro meses; la media de demora para el trasplante pulmonar en el hospital de A Coruña es de 78 días.

No siempre es fácil encontrar la compatibilidad de grupo, pero la tasa de mortalidad gallega en la lista de espera, inferior al 5%, es una de las más bajas de España. El año pasado no falleció ningún paciente del programa hepático mientras esperaba la cesión de un órgano.

El perfil del donante ha cambiado en los últimos años. Ya no son mayoritarios los jóvenes que pierden la vida en el asfalto, sino personas mayores de sesenta años con hipertensión que fallecen por hemorragia cerebral. ‘Los accidentes de tráfico son la causa del fallecimiento en el 16% de los casos, frente al 80% de hace diez años’, explica Antón Fernández, coordinador de trasplantes del Hospital Universitario de A Coruña. ‘En la mayoría de los casos la muerte del donante se produce por un accidente cerebrovascular y por una hemorragia cerebral’.

Este cambio de tendencia ha llevado a las autoridades sanitarias a reforzar los programas para fomentar alternativas como la donación en vivo. ‘Es difícil mantener el nivel de trasplantes y, por ejemplo, atender a todos los que esperan un riñón. La mejor estrategia es informar a la ciudadanía potencialmente transmisora para que decida en consecuencia’.

El hospital coruñés, el quinto con más trasplantes de España, ha fijado como uno de los prin cipales objetivos para este año mejorar los trasplantes renales con donantes vivos. Nuevas técnicas, como la inmunoabsorción, le permiten transmitir riñones cuando no existe compatibilidad sanguínea entre donante y receptor.

Los trasplantes no sólo han aumentado en A Coruña (un 10% en 2008). En el Complejo Hospitalario Universitario de Santiago se han materializado más donaciones de órganos; en el primer semestre de 2009 han aumentado un 27%. Alfonso Mariño, coordinador de trasplantes del CHUS, atribuye la situación a dos factores: la mayor recepción de órganos de otros hospitales y el incremento de evaluaciones de enfermos que podían ser donantes.

En los seis primeros meses del año se realizaron 22 trasplantes de hígado y 16 de riñón gracias, en buena medida, a los órganos que llegaron del exterior. Santiago y A Coruña son las únicas ciudades gallegas en las que se realizan estas intervenciones y muchos de los receptores residen en otras provincias.

En lo que va de año tampoco se ha producido ningún código cero, la llamada para conseguir un órgano en el exterior ante una situación desesperada cuando existe un elevado riesgo de fallecimiento si no se realiza el injerto del órgano en un plazo corto de tiempo.

Un 3% de los ciudadanos tiene carné de donante

Es una decisión personal y un compromiso, pero la familia tiene la última palabra. El libro del donante de la Xunta de Galicia indica que la familia no autoriza ni deniega, conoce y pone de manifiesto la última voluntad del fallecido. Esto significa que, aunque el paciente tenga el carné de donante, sus allegados pueden frenar la transmisión de órganos alegando un último cambio de opinión.

Organizaciones como Alcer estiman que un 3% de los gallegos han hecho el carné de donantes, una declaración de intenciones insuficiente. Para reforzar su deseo deben legar un documento con sus voluntades anticipadas o instrucciones previas, indicando las actuaciones médicas que quiere recibir y cual es el destino de sus órganos.

En el momento de la muerte, los equipos médicos evaluarán si los órganos son aptos para el trasplante. Sólo pueden transmitir órganos entre el 1% y el 2% de los fallecidos en el hospital, habitualmente en una unidad de cuidados intensivos; la muerte debe tener origen en lesiones cerebrales irreversibles o en una parada cardiaca no recuperable. La donación se descarta en caso de pacientes con enfermedades transmisibles o muertes por causas no naturales.

La más habitual es la donación de órganos (riñones, hígado, páncreas, corazón, pulmones o intestino), pero también existe la posibilidad de transmitir tejidos: sangre, córneas, piel o huesos.

Los pacientes en situación de urgencia cero tienen prioridad absoluta para recibir la donación. En caso de que el número de demandantes sea superior a la lista de órganos disponibles, se realiza una selección atendiendo a unos criterios públicos definidos y revisados periódicamente.

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