Los andamios toman el corazón histórico de Compostela para lavar la cara de algunos de los edificios más representativos de la capital gallega. Las obras de restauración y reformas se concentran en la Catedral y la Plaza de Platerías.

Santiago se somete a un lifting para combatir la depre postjacobea

El Cabildo Catedralicio buscaba sede a mediados del siglo XVIII y el solar más próximo a la basílica compostelana apenas tenía 3,5 metros de fondo, pero los 25 metros de fachada compensaban cualquier esfuerzo. Era, además, una buena ocasión para cerrar la Plaza de Platerías y cubrir el hueco que separaba la rúa do Vilar de A Raíña. Los responsables del cabildo hicieron el encargo y el arquitecto Clemente Fernández fue quien le dio forma.
Fueron más de tres años de obras, entre 1755 y 1758, en los que Fernández Sarela no puso límites a su capacitad creativa. Tenía que levantar el telón de fondo para una plaza en la que difícilmente le robaría protagonismo a la Catedral, pero no se arrugó. Su trabajo tenía que completar una escenografía y no desentonar. Era un encargo más ornamental que funcional y, bajo esa premisa, el arquitecto da rienda suelta a sus caprichos: rompe con las normas establecidas, superpone pilastras, salpica la fachada de placas, alterna elementos rococó con detalles inspirados en grabados franceses y sustituye los entablamentos por cilindros. Y como colofón corona la fachada, construida en cantería y decorada con hierro forjado en sus balcones, con la peineta con el escudo del Cabildo.


INSCRIPCIÓN

Una inscripción que reza Pro commoditate ac ornato urbis avala el sentido de una obra que, sin defraudar a los excépticos, consiguió embellecer una de las plazas céntricas de Compostela. La escasa profundidad del edificio, poco más de tres metros, no fue un impedimento para su ocupación casi inmediata; fue propiedad del Cabildo hasta la desamortización del siglo XIX, cuando pasó a manos privadas a través de una subasta. Y en manos privadas se mantuvo desde entonces hasta hace un cuarto de siglo; una de sus esquinas albergaba una residencia particular hasta hace unos años y el bar del bajo echó el cierre en 2008, pero el resto del edificio llevaba abandonado desde hace décadas y el deterioro de los interiores había llegado a umbrales preocupantes. Más que una necesidad, la restauración era una urgencia. El Consorcio de la Santiago adjudicó por 797.207 euros unas obras, financiadas por el Ministerio de Fomento, que deberán estar finalizadas en doce meses. Los trabajos de rehabilitación cuidarán la fachada del siglo XVIII como si se tratase de restauración arqueológica y respetarán todos los elementos estructurales. 'Los primeros trabajos contemplados en el proyecto son los destinados a la recuperación de la fachada', explica Lourdes Pérez, directora técnica de Rehabilitación del Consorcio, institución pública encargada de velar por el patrimonio cultural del centro histórico de la ciudad, inscrito en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco. 'Trataremos esa fachada barroca como si fuese un retablo'. La restauración incluye el edificio anexo que hace esquina con la rúa Raína, pese a que las cotas no coinciden con la antigua sede del cabildo catedralicio. La integración en el futuro Museo de las Peregrinaciones permitirá aprovechar el hueco para construir unas escaleras e instalar un ascensor para facilitar el acceso a las plantas altas de las personas con problemas de movilidad.

El proyecto del Consorcio no se limita a la restauración de la fachada telón y detalla las remodelaciones previstas para los 627 metros cuadrados que se reparten en el interior de las tres plantas del edificio. La tienda y el taller de joyas de plata ubicados en el bajo serán recuperados y conservarán un lugar en el museo como una muestra de la actividad artesana que dio nombre a la Plaza de Platerías. Nada queda, ni quedará, de la tienda de golosinas o la frutería ambulante que en otros tiempos ocuparon los bajos del edificio.

Los trabajos en el interior del inmueble exigen reformas importantes y, según Lourdes Pérez, será necesario reemplazar todos los elementos estructurales que están deteriorados y conservar todas las piezas constructivas aprovechables. Las vigas de madera, que en muchos casos superan los dos años de antigüedad, se mantendrán, pero el pavimento de las plantas superiores será reemplazado porque está demasiado castigado por la humedad y las goteras; una lareira y varios aseos sobreviven, pese al deterioro generalizado, al paso del tiempo.


ESPECIALISTAS EN PAISAJE

Un equipo de especialistas en paisaje del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) realizará un exhaustivo estudio de los parámetros que permiten determinar la cronología constructiva y establecer las diferentes etapas del proyecto ideado por Clemente Fernández Sarela a mediados del siglo XVIII como un mirador con vistas privilegiadas hacia la Catedral: la fachada de Platerías, la Torre del Reloj y la Berenguela.

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