Almejas: que no digan que son gallegas

Me gustaría invitar al lector a que compartiese conmigo una mis manías que más se acentúa con el paso de los años: Descubrir que, a pesar de que es obligatorio señalar el origen de los productos alimenticios, todavía hay quienes juegan al engaño. Desde “zamburiñas” que ni siquiera son volandeiras, sino vieiras del Pacífico cultivadas en Chile, a almejas babosas que vienen en una bolsa de una depuradora gallega pero que, en una esquina reconocen que son portuguesas.

Ese es un mal menor. A su lado veo otra bolsa, de almejas japónicas, que resulta que vienen de Italia, país de origen que se oculta con unas letras pequeñas casi ilegibles. Es jugar a un engaño que por suerte no todo el mundo practica. Por ejemplo, los holandeses se sienten orgullosos de sus navajas y en la bolsa de red que las comercializan cuelgan los colores de su bandera.

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