LA REVISTA

Galicia activa sus rutas del vino como oferta turística de Semana Santa

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photo_camera Viña Meín, una de las pocas bodegas con hospedaje.

En las bodegas gallegas la Semana Santa llega sin mucho trabajo y con las puertas abiertas para recibir a los visitantes que disfrutan practicando el enoturismo, una manera de conocer, en un mismo viaje, paisaje, gastronomía y vino.

Las cinco denominaciones gallegas han activado sus rutas del vino. La semana Santa es un tiempo muy apropiado para disfrutar del enoturismo y cada vez es mayor el número de bodegas que se suman a esa práctica: por un lado, dan a conocer sus propios vinos y animando así una mayor presencia posterior en el mercado. Por otro, emprenden un segmento adicional a su acividad que empieza a resultar económicamente muy rentable.

Se puede recorrer prácticamente toda la Galicia sur, viajando de bodega en bodega, desde la costa al Oriente ourensano; desde el fértil valle de en O Rosal hasta el Parque Natural de Enciña da Lastra en el extremo más oriental de Valdeorras. Y en el camino, recorrer, Miño arriba, el Ribeiro, la Ribeira Sacra y de regreso, pasar por Monterrei.

Las rutas de enoturismo gallegas ofrecen un variado repertorio de posibilidades. En el Ribeiro, la más antigua, se puede pernoctar en una bodega (Viña Meín), o en San Clodio, uno de los monasterios más vinculados a la viticultura gallega. Pero también en uno de los balnearios del Miño o en una casa de turismo rural o hacerlo en un hotel de Ourense, la única capital  con viñedos y bodegas con denominación de origen en su municipio.

En Valdeorras, la segunda en antigüedad, el viaje puede ser aprovechado para disfrutar de sus embutidos más grandes como botelos, androllas y pigureiros. En el extremo oriental de Galicia, Valdeorras ofrece un paisaje mediatizado por el Sil y por las montañas que lo rodean, incluido el parque natural antes citado. En Valdeorras se encuentra la única bodega dedicada exclusivamente a la elaboración de espumosos y dispone de una cava en una cueva natural, de las muchas que existen en la zona, tanto en A Rúa como en Vilamartín de Valdeorras. El viaje hasta Valdeorras puede realizarse en tren. Desde Vigo o desde Ourense el paisaje que se asoma por la ventanilla es uno de los más bellos de toda la red ferroviaria española.

Rías Baixas permite simultanear el disfrute de una cata de vino con el paseo por jardines de pazos con bodegas, como el de Baión, Fefiñanes, Rubianes y Barrantes. En la subzona de O Condado, la proximidad al Ribeiro y a los Vinhos Verdes de la orilla portuguesa del Miño y la temporada de la lamprea en su apogeo suman un plus al viaje.
Monterrei aunque es la más joven de las DO gallegas, tiene su historia tras de sí. Viñedos al pie del castillo que le da nombre a todo el valle, o cepas plantadas a principios del siglo XX como las que formaban la finca de García Barbón. ,hoy pertenecientes a la bodega de Ladairo llaman especialmente la atención. 

Claro que, si hay un paisaje ante el que sucumben todos los practicantes del enoturismo, ese se encuentra en la Ribeira Sacra. Los cañones del Miño, el Sil y el Bibei y sus escarpadas terrazas milenarias en las que el cultivo del vino parece un milagro.

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