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Islas Lofoten, en busca del paraíso

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Las islas lofoten, es uno de los lugares más impresionante de toda Noruega

Las islas lofoten, es uno de los lugares más impresionante de toda Noruega. Llegar a las islas Lofoten no es especialmente fácil, se encuentran situadas dentro del Círculo Polar Ártico. Este aislamiento, que en cierto modo dificulta un poco el acceso, le da a cambio ese toque exótico que todos buscan para los viajes de aventura o para las vacaciones.

El nombre de las Islas Lofoten, procede del término “Lo”, que significa lince, y no lobo, como muchos creen, mientras que la terminación “foten” significa el pié. Así pues, el pie del Lince es una cadena de islas montañosas que discurren haciendo una barrera natural junto a la costa noruega durante decenas y decenas de kilómetros de longitud, mientras que por momentos, su anchura se estrecha hasta quedar apenas unos pocos metros de tierra. Por otro lado, es un espectáculo digno de ver, como en esa pequeña manga de tierra se alzan montañas que llegan a los 800 e incluso a los 1000 metros de altura y que acaban repentinamente hundiéndose otros cientos de metros de profundidad en el frío océano que baña sus costas, dando lugar en ocasiones a magníficas playas de arena blanca, como la de Ramberg y en otras ocasiones sugiriendo auténticos puzles de tierra y mar, como en la localidad de Reine, considerado por algunos el lugar mas bonito de toda Noruega.

Las cimas de granito que parecen los dientes de una gigantesca sierra emergiendo del mar, convierten la orografía de estas islas (Austvagoy,Vestvagoya, Flakstadoya y Moskenesoya, las más importantes) en magnífica. Junto con el archipiélago de Vesteralen, poco más al norte, ambas rivalizan por ofrecer al turista todo un catálogo de delicias árticas: safaris fotográficos de ballenas y cachalotes, submarinismo, pesca, senderismo, cicloturismo y frecuentes excursiones en barco para contemplar un sinfín de orcas en su entorno natural.

Las Islas Lofoten, son por una zona que vive volcada al mar que le rodea y que le da esa vida tan característica que le impregna de una atmósfera propia, un mar muy rico en recursos naturales, como el Arrecife de Røst y una gran diversidad de aves marinas e incluso nutrias y alces.

Merece la pena recorrer sus carreteras, llenas de curvas y recodos, que llevan más allá de las montañas que caen a plomo sobre el mar y permite hacer breves paradas en los pequeños poblados (Ramberg, Henninsgvaer, Reine, Moskenes, A…), cuyas casas, de un rojo intenso, son auténticos palafitos situados unos cuantos metros por encima de la superficie del agua.

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