GASTRONOMÍA

En O Recreo, los chocos que atacan después de muertos y guisados

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photo_camera Fachada del restaurante O Recreo.

Eché mano de la lista de restaurantes que todavía no conozco en Arcade y elegí, al azar O Recreo

Estamos en el último reducto marino de la ría de Vigo, allí donde el mar entra en contacto con el agua dulce del río Verdugo que, hace diez mil años llegaba hasta las colinas que hoy son las Islas Cíes. 

Soutomaior, que es el municipio al que pertenece Arcade, tiene merecida fama de ser cuna de la mejor hostelería que luego se extendió por el resto de España a grandes hoteles y balnearios. Por esa razón, uno es especialmente exigente con el servicio en Arcade y, lo cierto es que cumplen holgadamente con el deber de mantener el listón tan alto como la historia les reclama. Un buen servicio, un comedor limpio, decorado con discreción y una carta amplísima de productos del mar. La camarera me recomendó las almejas fritas y a ellas dediqué mi primer plato. De segundo, como choqueiro de adopción, elegí los choquitos en su tinta. 

De las almejas solo puedo escribir halagos. Estaban fresquísimas, magníficamente pasadas por una sartén con aceite aderezado con ajo, perejil  y sal, sin mucha prisa. Un buen trabajo. De los choquitos, ya no salí tan contento. Los encontré duros. Eran pequeñitos y en Arcade, lo supe después de haberlos pedido, los choquitos pequeños no los limpian. Ni siquiera les quitan la concha de barquillo. No es en el único lugar que lo hacen así. También tienen la costumbre de hacerlos más duros que en mi tierra que está a un cuarto de hora. Lección aprendida. No me gustaron los chocos y uno de los ojos que no quitaron me al pincharlo con el tenedor dejó mi camisa hecha lunares con la tinta que salió como un chafarís. Marché manchado y algo cabreado. Pese a todo, me gustó el restaurante.

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