Tribuna

¿Habría sancionado la FIA a McRae o Kankkunen si hubiesen dicho lo mismo que Mads Ostberg?

kankkunen
El buenismo planificado de la Federación Internacional amenaza con callar y matar la esencia de los equipos con pasión y por qué no, algo de carácter

El Mundo está cambiando y quizá, en medio de una ola de falsa moralidad y un ejercicio de ser políticamente correctos de cara a la galería, se está perdiendo (o matando) el verdadero espíritu de la competición. Los pilotos pasionales, sinceros y honestos han pasado en muchos casos a ser meros robots que se sientan en un vehículo y que no deben (pueden) decir absolutamente nada que se salga del guión, no vaya a ser que alguien que se la agarre con papel de fumar se sienta ofendido o aludido, o Dios no lo quiera ambas cosas.

El pasado domingo, Mads Ostberg y su copiloto Torstein Eriksen perdieron los nervios al final de la especial 18 del Rally de Cerdeña. Sí, los perdieron, pero no más que otros en muchas circunstancias. Después de pinchar una rueda sin motivo aparente y tras un mar de problemas mecánicos, el noruego y su copiloto se liaron a guantazos con todo lo que pillaron dentro del habitáculo y se quejaron (con mayor o menor acierto y contención) de los neumáticos, que al parecer y según destacan muchos equipos no solo a nivel internacional, no rinden como se debería esperar.

Algo que lleva sucediendo durante años, que es ser pasional y decir lo que te sale del cuerpo cuando estás a 180 pulsaciones por minuto se ha transformado en un problema, en una molestia. Al menos así lo ha entendido la FIA en el Rally de Cerdeña, que ha sancionado con 1000 euros al piloto por decir "palabrotas" contra los italianos de la firma de neumáticos.

Al margen de los positivo o negativo de los monopolios, lo que más "chirría" como aficionado es imaginarse esa corriente de buenismo nocivo para todos se lleva ahora mismo. ¿Alguién se imagina a Colin McRae diciendo palabras tranquilas cuando no entraban las marchas en el Focus WRC? ¿O cuando Gigi Galli le pegó dos capones a su copi en la época Mitsubishi?

También recuerdo a Toni Gardemeister partiéndose de la risa dentro del Suzuki Sx4 WRC del "especialista" en asfalto Brice Tirabassi en un Tour de Corse o de cuando Marcus Gronholm comenzó a hablar abiertamente de lo "contento" que estaba del rendimiento del Peugeot 307 WRC. ¿Alguien valoraba una sanción para ellos más allá de las régimen interno del propio equipo (y que evidentemente no se conocían)?

¿Qué haría Juha Kankkunen si fuese sancionado tras afirmar que había montado ruedas Pirelli negras y redondas para la tele? ¿De verdad es eso lo que se quiere para el Mundial o la sociedad en general?

Y si bien es cierto que el lenguaje es importante y que la educación juega un papel clave dentro de un equipo (y pienso que prácticamente todos los pilotos lo hacen), también lo es comprender que tanto pilotos como copilotos se ponen a un límite alto cuando salen a los tramos y que cuando las cosas no van bien, es posible que exploten. Hay mucho en juego, más cuando no tienes otra alternativa, de ahí lo importante del libre comercio, pero eso son otros temas.

Sinceramente, al margen de los 1.000 euros (con crowdfunding para pagársela incluido), creo que hay que replantearse qué se quiere de una vez por todas, robots o personas reales con las que muchos aficionados se identifican, porque las emociones son la esencia de la vida y expresarlas, más todavía (aunque a veces fallen las formas). Es más importante de lo que parece.

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