Los peores días fueron los cinco primeros, pues no escucharon ningún ruido y creyeron que no los estaban buscando

Los mineros chilenos pensaron que se iban a morir de hambre y de sed

Los mineros rescatados de la mina chilena de San José, en el desierto de Atacama, confesaron ayer que temieron morir bajo tierra al pensar que no los estaban buscando. Los familiares de los '33 de Atacama' revivieron los primeros momentos de la historia que 70 días después del derrumbe volvieron a pisar la superficie, y las cosas que les pasaron por la cabeza en esos difíciles momentos a sus allegados.
'Pensaban que se iban a morir de hambre y sed, de a poco', señaló Doris Contreras, la madre de Pedro Cortez, el antepenúltimo minero en ser rescatado, al recordar los sentimientos que le transmitió su hijo cuando por fin pudieron comunicarse a través de la sonda que el pasado 22 de agosto alcanzó el refugio donde se guarecieron tras el derrumbe.

'No sabían si los estaban buscando porque no escuchaban nada', explicó a los periodistas el padre de Ariel Ticona, que salió de la mina a las 21.28 horas del miércoles (05:28 GMT del jueves en España) antes de que lo hiciera, en último lugar, el jefe de turno, Luis Urzúa.

Los familiares contaron que los primeros cinco días fueron los más angustiosos para los trabajadores, hasta que el sexto 'empezaron a sentir ruido y supieron que había posibilidad de que los rescataran'. Lo relataba anoche en primera persona el propio Urzúa, nada más salir de la profundidad de la mina y tras poner fin a una operación de salvamento ejecutada de forma impecable.

'El momento más difícil fue cuando se despejó todo y vimos la piedra que estaba puesta. No era como cualquier accidente', relató al presidente chileno Sebastián Piñera, que se convirtió momentáneamente en periodista en una inesperada entrevista que se produjo cuando el último minero salió a la superficie.


LA PRIMERA SONDA

Urzúa, que confesó que con su experiencia siempre fue consciente de lo 'difícil' que sería el rescate, recordaba la llegada de la primera sonda al refugio el pasado agosto. 'Todos querían abrazar el martillo, colocarle papeles que decía 'sácame papá', 'tengo hambre' o 'cuida a la familia'', explicó. Finalmente el mensaje elegido fue el ya famoso 'Estamos bien en el refugio los 33', que dio la vuelta al mundo con la noticia de que los mineros estaban vivos.

El jefe 'de un turno largo', como bromeó Urzúa, recordó como, durante los 17 días que permanecieron incomunicados, racionaron la comida, consistente en atún, melocotón en conserva, galletas y leche, y como hicieron una excavación para extraer agua.

El resto de los mineros de momento evitan hablar de sus experiencias en el fondo del yacimiento. 'Hablan de la familia, de la vida que se les abre, de los agradecimientos, pero no están en el ánimo de decantar lo pasado', dijo hoy el ministro de Salud, Jaime Mañalich, desde el Hospital de Copiapó, donde se encuentran ingresados los trabajadores.

Tampoco se han enfrentado todavía a las preguntas de los centenares de periodistas que han venido hasta Chile desde todos los rincones del mundo, pero poco a poco se va conociendo cómo fue su vida bajo tierra, lo que sintieron y fueron registrando física o mentalmente en su cuaderno de bitácora.

Entre los recuerdos están las largas noches que pasaron bajo tierra, cuando más sentían la soledad, tras haber hablado por videoconferencia con sus familiares, y cuando, según relató la hermana de Cortez, Rossana, 'muchos de ellos se ponían a llorar'.

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