Tribuna

Esto no es un balance

Si tuviera que elegir solo dos palabras para resumir la gestión de la Diputación a lo largo de la última década no dudaría ni un segundo: Ourense y autoexigencia. Primero, porque esta provincia es la clave de todo: cada reunión, medida, estrategia o alianza que hemos desarrollado desde el gobierno que tengo el orgullo de presidir tiene a Ourense de inicio y punto final. Y segundo, porque la búsqueda de la excelencia es la que amplía nuestros horizontes, materializados gracias al trabajo colectivo y en red, siempre apoyados en las sinergias generadas con la colaboración público-privada o mi presencia en la FEMP, Partenalia -la asociación europea de gobiernos intermedios- o la EHTTA -la red europea de ciudades históricas termales-.

Es de Ourense donde bebe la reivindicación de nuestra identidad, desde las raíces suevas a la Xeración Nós. Y es la autoexigencia la que impide cualquier pausa: para la Diputación lo importante es el día siguiente dentro de un flujo de trabajo que, con los errores que hayamos podido cometer, creo que es tan ambicioso como coherente. Por eso el análisis de estos diez años encuentra idénticos rasgos a si estudiásemos los últimos 50 meses. O si solo escudriñásemos la agenda de los últimos 7 días: el lunes nos reunimos con el CEO de la Mobile World Congress Barcelona y diferentes actores sociales para empezar a preparar la Mobile Week 2022 -planificación e innovación-; el martes fuimos a Beariz para entregar el último ChegOU del año pasado mientras abríamos el plazo para solicitar las ayudas para este año -eficiencia y reto demográfico-; el miércoles avanzamos en la transformación del Pazo Provincial en el gran hotel balneario -termalismo- y fui reconocido el presidente provincial más transparente de España -buen gobierno-; el jueves anunciamos nuestro viaje a Bruselas para luchar por un reparto justo de los fondos de recuperación -Ourense por encima de todo- y presentamos el nuevo número de la revista Raigame -galleguismo-, y el viernes inauguramos en Toén el centro de interpretación del Entroido de Mugares -cooperación y territorio-.

Al espíritu de la institución provincial se suma el motor de la deuda cero y su eficacia, pivotes con los que cumplimos las metas marcadas por el plan de mandato 7273 mientras asumimos nuevas oportunidades -como impulsar el OUFF o acoger el Centro de FP- o afrontar desafíos como la pandemia, ante la que respondimos siendo el gobierno más social y teniendo presente a más de 3.500 autónomos -motor económico imprescindible de nuestra provincia-. Y es esta combinación entre la forma y el fondo la que capacita a la Diputación como el gran catalizador, capaz de entretejer en este enorme desplegable de potencialidades el AVE con el termalismo, las empresas punteras, el patrimonio, la enogastronomía, la creatividad, el sector primario o Manzaneda.

Si hace diez años me declaraba optimista ante Ourense hoy ya solo constato realidades: esta provincia puede ser a la vez capital gallega del AVE; nacional del románico y el audiovisual; europea del remo, balonmano o hockey y situar a la Ribeira Sacra como Patrimonio Mundial. Pero haciendo ese mismo ejercicio de prospección, y sin olvidar lo que entre todos ya hemos conseguido, lo importante para la ourensanía siempre está en el horizonte. Por eso el agua que sale del patio del Pazo Provincial no es solo un chorro de agua caliente ni este ejercicio es solo el balance de una década. Aquí está el avance del Ourense que ya está desarrollando su futuro.

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