La subida de precios en alimentación, alquiler y vuelta al cole empinan la cuesta de septiembre en Ourense

Clientes de la Plaza de Abastos de Ourense, ayer por la mañana, realizan sus compras de alimentos.
photo_camera Clientes de la Plaza de Abastos de Ourense, ayer por la mañana, realizan sus compras de alimentos.
Una familia tipo gastará más de 1.300 euros por el regreso a las aulas; mientras, el alquiler o los combustibles siguen de récord

Las familias temen la conocida cuesta de enero, pero, aunque esta sea la más conocida y afecte sobre todo a tasas o productos que no varían sus precios en los doce meses siguientes, hay otros episodios de importantes desembolsos que los hogares deben realizar anualmente. Probablemente, la más importante sea la que ahora llega: la cuesta de septiembre. Tras el paso del verano y los gastos vacacionales, llega el otoño y con él el inicio del curso para millares de jóvenes ourensanos, lo que implica un importante desembolso para sus familias, que deben adquirir material escolar o ropa de cara al nuevo curso mientras continúan al alza elementos básicos como la alimentación o los alquileres.

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) estima en 1.361 euros el coste de la vuelta al cole para las familias ourensanas, circunstancia especial que se da en este mes y que empina todavía más esta cuesta que no ha hecho nada más que empezar. Por ejemplo, en comparación con el año pasado, los gastos derivados de la enseñanza se han incrementado un 3% en la provincia, y esto se nota, por ejemplo, en los gastos en libros de texto. Si bien es cierto que muchos buscan en amigos y familiares estos recursos para evitar este desembolso, los que no tienen esta suerte deben realizar un gasto medio de 200 euros (cuanto más avanzada es la enseñanza, más costosos son los libros). Además, a esto hay que sumar otros gastos derivados como la ropa para el nuevo curso, que es un 6% más cara que en septiembre de 2022 y actividades extraescolares de los pequeños (cuyo precio oscila notablemente en función de la actividad realizada).

Pero aquí no se acaban las subidas. Una familia con un hijo en edad universitaria tiene que enfrentar otro problema: el alojamiento. Según los datos del Observatorio da Vivenda de Galicia, un alquiler en la ciudad se sitúa, de media, en los 460 euros. Esta es prácticamente la única opción que hay para residir en la ciudad como estudiante, ya que apenas hay plazas de residencias (las plazas públicas solo son 30). Si bien es cierto que habría que dividir este precio al optar los universitarios por compartir habitación, continúa siendo un 5% más caro que el año pasado, porcentaje que se eleva hasta cerca del 15% si se compara con el último curso previo a la pandemia.

Gastos corrientes

Una vez que las familias han conseguido superar el bache económico del regreso a las aulas -en el que no se puede escatimar ni evitar-, ahora llegan los gastos corrientes, los de todos los días, que tampoco dejan de subir. Un ejemplo, que aunque ya está muy manido no es por eso menos cierto, es la alimentación. Llenar la nevera es hoy un 12% más caro que hace un año, y esto se refleja en alimentos tan básicos como aquellos que se utilizan para hacer una tortilla de patata: aceite de oliva, huevos o verduras y hortalizas como la patata y la cebolla han disparado sus precios. Especialmente sangrante es el caso del “oro líquido”, que, de continuar así, va a hacer honor a su nombre y convertirse en un producto de lujo.

Y la cosa no acaba aquí, porque tanto para ir a estudiar como para ir a trabajar es necesario desplazarse, y esto también es más caro que hace un año. En septiembre de 2022 el gasóleo A estaba, de media y teniendo en cuenta el descuento de 20 céntimos por litro del Gobierno central, a 1,61 euros por cada litro repostado. Hoy es un céntimo más caro. Pero el caso sangrante es el de la gasolina. La de 95 octanos se pagaba hace doce meses a 1,48 euros/litro; hoy roza el 1,74. Un ejemplo es que un coche con un tanque de 50 litros pasa de pagar 74 a 87 euros por llenar el depósito.

En resumen, la cuesta de septiembre es, cada año que pasa, más empinada para las familias ourensanas, que no pueden hacer más que apretarse el cinturón, ya que los sueldos no han crecido en relación con el coste de la vida y todos estos gastos son ineludibles.

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