REPORTAJE

Los votos perdidos

Ourense. 24-05-2015. Jornada electoral, en el Liceo. José Paz
photo_camera Momento de una votación en el Liceo, durante las pasadas elecciones locales

Las razones por las que una media del 15% de las papeletas se queda sin representación en Ourense son muchas: el sistema, la ley electoral o los partidos. Repasamos el pasado para saber qué puede pasar el 20D.

El interventor del pequeño partido atiende un año más al recuento de votos en un colegio de Ourense. Pendiente de las incidencias, se siente como un chico del montón en la zona sombría de la discoteca. Él tiene sus virtudes, sus votos. Bastantes, incluso. Pero la chica, los escaños, se lo llevan los de siempre.

Casi un 15% de los votos depositados en la provincia durante los 38 años de democracia no han servido más que para alimentar esperanzas. Son los votos perdidos, aquellos que no consiguen transformarse en un escaño. Por extraño que parezca, en España y en la mayoría de sistemas electorales de Europa, las elecciones se ganan por asientos, no por votos.

Pero, ¿por qué?Repasemos. La LOREG (Ley Orgánica del Régimen Electoral General) establece el reparto de escaños. A cada provincia española le corresponden 2. Después, a mayores, se otorgan más por criterios de población. Así, Madrid elige a 36 representantes. Ourense a 4. Un diputado del Congreso en la capital representa a 129.441 electores. En Ourense, 66.931, según el censo electoral de este año.

EL SISTEMA EN OURENSE

¿Qué quiere decir esto? Es la confirmación de que España tiene un sistema electoral proporcional en territorio muy poblados pero con efectos mayoritarios en provincias (circunscripciones) pequeñas, como la nuestra. En realidad, es una moneda de dos caras. Por un lado, cada diputado representa a menos gente. Por otro, impide la entrada de partidos pequeños pero apoyados por una cantidad importante de votantes. Durante las pasadas elecciones de 2011, 28.293 ourensanos votaron por formaciones que no obtuvieron representación, un 13,85% del total. Sin embargo, hubo años en que este dato era mucho mayor. En 1989, el último año que Ourense eligió a 5 representantes en el Congreso, 43.741 papeletas se quedaron sin premio. En las primeras elecciones de la democracia, año 1977, fueron 39.549. Esto es: uno de cada cuatro ciudadanos “tiró su voto”, dicho de una forma grotesca.

Para que un diputado obtenga el acta para representar a Ourense, tienen que pasar varias cosas. En primer lugar, debe obtener más de un 3% de los votos, la barrera que la ley establece -en Galicia, Fraga la elevó al 5%-. A continuación, su nombre tiene que resultar de aplicar la Ley D’Hont al escrutinio final. Y la Ley D`Hont se formula dividiendo los votos de cada partido por el número de escaños a repartir. Si está entre los cuatro cocientes más altos de esta división, será elegido. En la práctica, en nuestra provincia, supone que deberá contar aproximadamente con un mínimo de entre 35 y 40 mil votos.

Esto se lo pone difícil a los minoritarios. Y puede ocurrir que si son muchos, todos sus apoyos juntos pueden superar al segundo partido más votado, como en las primeras elecciones de 1977, cuando el PSOE se quedó solo a 420 votos de obtener un diputado. Los votos perdidos de aquel año doblaron a los de Alianza Popular, pero los de Fraga se llevaron uno.

LOS MÁS PERJUDICADOS

Históricamente, el más perjudicado de este sistema ha sido el nacionalismo. Desde que hay elecciones, 170.791 papeletas que iban para el Bloque y sus marcas históricas se quedaron por el camino. Ni siquiera le valieron los 38.106 votos del año 2000. Y si juntamos los votos perdidos de partidos nacionalistas, el resultado de la suma supera los 210.000 apoyos. Detrás del BNG en la lista de perjudicados, se sitúa a mucha distancia el partido de la segunda vida política de Adolfo Suárez, el CDS, con 26.107. Le siguen Izquierda Unida, con 22.654, el PSOE del 77 y los “coagas”, Coalición Galega, con 26.107.

Solo cuando de Ourense partían cinco escaños, más de dos partidos consiguieron asiento en el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo.

Si aplicamos esta perspectiva histórica al paisaje electoral de hoy, el escenario fragmentado a cinco entre PP, PSOE, En Marea, Nós y Ciudadanos puede ser una batalla solo a tres, como predice el CIS. La pérdida de votos del bipartidismo en la ciudad puede bajar lo que se conoce como umbral: la barrera de votos que hay que superar para obtener un escaño. Eso disminuirá los efectos mayoritarios y podrá permitir la entrada de alguna formación más, pero la posibilidad de que se repita la historia del interventor sigue siendo muy alta.

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