La columna vertebral

Debido a su constante uso, la columna puede sufrir lesiones tanto óseas, como de la musculatura asociada, que pueden producir intensos dolores y afectar la calidad de vida.

Entender la columna vertebral y cómo funciona puede resultar útil para conocer algunos de los problemas que se producen a causa del envejecimiento o de las lesiones.

Tiene muchas exigencias. Sostiene la cabeza, los hombros y la parte superior del cuerpo. Le ofrece el soporte necesario para pararse erguido y le da la flexibilidad para inclinarse y girar, protegiendo también la médula espinal. Está formada por tres segmentos. Vistos desde el costado, estos segmentos forman tres curvas naturales. Las curvas del cuello en forma de “c” (columna cervical) y la parte baja de la espalda (columna lumbar) se denominan “lordosis”. La curva en forma de “c al revés” en el pecho (columna torácica) se denomina “cifosis”.

Estas curvas son importantes para el equilibrio y nos ayudan a estar de pie en posición erguida. Si alguna de estas curvas se vuelve demasiado grande o pequeña, se dificulta la tarea de estar de pie en posición erguida, y nuestra postura adquiere una apariencia anormal.

Las curvaturas anormales de la columna vertebral también se denominan “deformidad espinal”. Estos tipos de afecciones incluyen la cifosis de la columna torácica (“joroba”), la lordosis de la columna lumbar (“hundimiento”) y el “síndrome de espalda plana”, una afección en la que la columna vertebral presenta una curvatura demasiado pequeña. 

La escoliosis es otro tipo de deformidad de la columna. Cuando se observa la columna vertebral desde la parte delantera o trasera, la escoliosis es una curvatura lateral que genera un aspecto parecido a una “S” o una “C” en la columna, en lugar de una “I” recta.

Está compuesta por vértebras y discos intervertebrales y va desde la cabeza, pasando por el cuello y la espalda, hasta la pelvis. Por su interior pasa la médula espinal, que regula el sistema nervioso y el movimiento.

Debido a su constante uso, la columna puede sufrir lesiones tanto óseas, como de la musculatura asociada, que pueden producir intensos dolores y afectar la calidad de vida. 

Uno de los males habituales que los entrenadores personales y monitores se encuentran en los clientes son los problemas de espalda, derivados de lesiones, golpes, desgaste, malas posturas, genética…pero os vamos a plantear hábitos de vida recomendables para mantenerla sana.

  • Hacer ejercicio habitualmente. Los entrenamientos cardiovasculares hacen trabajar a la musculatura en general pero si los combinamos con trabajos específicos de fuerza vamos a obtener beneficios sí o sí. La tonificación de los músculos abdominales y lumbares, junto con los de la espalda superior, mantienen a la estructura ósea protegida. 
  • Mantener un peso saludable, dado que el sobrepeso y la obesidad hacen que nuestra estructura músculo-esquelética trabaje más y generan más tensión en ella, provocando un desgaste prematuro en los discos vertebrales. 
  • Mantener una alimentación saludable, que nos puede ayudar con los nutrientes necesarios para formación y remodelación ósea. 
  • Mantener una correcta postura. Quienes trabajan sentados o de pie, manteniendo la misma postura durante horas en la jornada laboral, tienen una tendencia a sufrir mucho de la espalda así que realizar descansos, estiramientos y cambios de postura debe ser algo imperativo cada poco tiempo. No debemos olvidar las posturas que se cogen gracias a los teléfonos móviles, que tanta presión generan en las vertebras cervicales. 
  • Mantenerse relajados. Las personas que están sometidas continuadamente a situaciones estresantes son mucho más propensas a sufrir dolores de espalda, cuello y hombros. Está demostrado el componente emocional en las lesiones de la parte superior de la espalda. Debemos aprender técnicas de relajación para gestionar el estrés. 

En próximas publicaciones, os daremos ejercicios para que podáis realizar por vuestra cuenta siempre que no tengáis dolores, patologías previas o lesiones diagnosticadas, en cuyo caso debéis poneros en manos de vuestros médicos, fisioterapeutas o entrenadores de confianza para que os guíen por el camino más seguro. 

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