Así es como en Argentina se denominan a los fanáticos de los Rolling Stones, tanto bandas como seguidores, una palabra muy apropiada para el fanatismo en la República Argentina hacia “sus majestades satánicas”. Quién me iba decir a mí en el año 1995 en su primera visita al estadio River Plate, con 5 noches consecutivas al grito de “Ahora o nunca” con mi voz para la fm Rock&Pop, en la cual trabajaba en aquella década, que tras 30 años iba a estar viéndoles de nuevo continuando la leyenda en esta cita en Nueva Orleans, un sitio tan magnético, tan fuertemente anexionado a la historia de todo el “rockerío”, no solo de los ejecutantes sino también a los escritores, disc-jockey o locutores que amamos y que vivimos de alguna forma de la cultura del rock.
Los hemos tenido cerquita, los hemos tocado, los hemos percibido como si estuvieran tocando en el salón de casa
Lo que hemos vivido en Nueva Orleans es un tributo de ellos, a los padres que le dieron hasta el nombre, por cuanto que un eminente Muddy Waters, nacido en el Delta del Mississippi, bautizó a los Stones. Puedo decir que estamos magnetizados, estamos obnubilados, por lo que ha sido una noche que mejora todavía, y no exagero, el bagaje de los Rolling Stones. Con un Jagger inconmensurable, con una banda remodelada con temas nuevos defendiendo un nuevo disco. Qué más se puede pedir a una banda que ha reafirmado su poderío una vez más. El grupo definitivo de la historia del rock & roll.
Eso es lo que hemos vivido en esta 55º edición del Jazz and Heritage Festival de Nueva Orleans donde cabe absolutamente todo; de hecho, otros como Foo Fighters y Neil young forman parte del cartel. Es maravilloso como el jazz, fusionado con el blues, le ha dado a este festival un aspecto de concierto en pequeño formato. Me recordaba a mí los inicios de otros grandes festivales en nuestro país, como Leyendas del Rock o el Viña Rock. Los hemos tenido cerquita, los hemos tocado, los hemos percibido como si estuvieran tocando en el salón de casa. Contrasta con los masificados conciertos como el del verano del 2022 celebrando los 60 años de la banda en Hyde Park; entonces creíamos que no los volveríamos a ver... pues no, hubo milagro en un lugar donde el vudú es parte de la cultura afroamericana de la cual los Stones se nutren.
Hemos vivido, reitero, algo que no se puede prácticamente explicar y que a los seguidores añejos como yo, que los llevo siguiendo en directo desde comienzos de los 70, todavía me deja boquiabierto. Es un milagro, es vudú lo que esta gente ya representa. Así que ojalá que volvamos... es así, es una realidad, con los Stones todo puede pasar, quizás Europa en el 2025, o quizás hasta que Sagliocco & Co. nos los lleve a Ourense, ¿por qué no? Un abrazo grande para todos y nos vemos en ruta, en los conciertos del rock y de los Rolling Stones.
