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Vecinos de Vilamartín crean su propio espacio recreativo

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photo_camera Detalle de la actuación de rehabilitación realizada por los vecinos en el área recreativa de San Miguel de Outeiro.

Aprovecharon el saneamiento de una caldera junto a una canal de riego para embellecer el entorno

Los vecinos de San Miguel de Outeiro (Vilamartín de Valdeorras) acondicionaron un lugar con encanto en un punto que, hasta hace escasos días, solo era utilizado para canalizar el agua del riego de las huertas. Una iniciativa que comenzó con el simple propósito de sanear la caldera del regadío evolucionó hasta convertirse en un área de recreo totalmente integrada en el entorno.

Hasta no hace mucho, el lugar era utilizado por los vecinos de este pequeño núcleo vilamartinés de aproximadamente 40 habitantes para desviar el agua de la caldera de riego hacia sus fincas. Era un lugar abrupto, cubierto por la maleza y donde las personas, muchas de ellas de edad avanzada, se desplazaban corriendo el riesgo de caer por el desnivel. A su vez, la conducción de agua acusaba fugas y, periódicamente, inundaba una bodega ubicada a escasos metros. 

Limpiar el lugar para facilitar los trabajos y sanear la caldera, con un tratamiento respetuoso con el entorno, fue el comienzo de todo. Según avanzaron los trabajos, sobre la ladera fue apareciendo una gran cantidad de piedras que dejó entrever la belleza que encierra este rincón vilamartinés.

Poco a poco, el saneamiento del canal de riego fue acompañado con trabajos de embellecimiento del entorno. En la zona fue colocada una baranda de madera y construyeron unos escalones, además de levantar una mesa de piedra, rodeada de asientos de madera.

"Ese lugar tiene algo especial para los vecinos", comentaron fuentes vecinales. Explicaron que el lugar es conocido como la zona "do muiño", aludiendo a un viejo molino, cuyos restos pueden contemplarse a escasos metros.

En San Miguel de Outeiro, los vecinos están encantados con una obra que no les disgustaría continuar con la recuperación de un antiguo camino que conduce al pueblo de Somoza, ya en el Concello de A Rúa.

El coste de los trabajos no fue excesivo, no superando los 3.000 euros, según apuntaron fuentes municipales. La colaboración desinteresada de algún vecino permitió que el presupuesto no se disparase. Al final, en la financiación colaboraron el pueblo de San Miguel, la junta de montes de mano común y el propio Concello de Vilamartín.

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