Hoy me doy cuenta (nada como hacerse mayor para ser menos boba), que es una idea estupenda hacer el guiri en la propia ciudad. Así que eso les propongo.
Cuando vivía en Madrid con mi amiga Anne (les hablé de ella el otro día: rubia, guapa y chispeante como una cerveza), ella siempre me pedía que nos fuéramos un día de turisteo en el bus ese que usan los guiris para ver las ciudades del tirón. Yo solía argumentar que me daba vergüenza ir en ese bus de guiris por lo que, tonta de mí, nunca le hice caso. Sin embargo, hoy me doy cuenta (nada como hacerse mayor para ser menos boba), que es una idea estupenda hacer el guiri en la propia ciudad. Así que eso les propongo.
¿En qué consiste hacer el guiri en la propia ciudad? En dos cosas (que, a lo mejor, son la misma), a saber: ver las cosas como si fueran extrañas y no tener prejuicios. Para ver las cosas como si fueran nuevas (hay toda una teoría filosófico-literaria que dice que el arte no es más que eso: ver las cosas como si fueran extrañas en vez de familiares) solo hace falta proponérselo y estar dispuesto a disfrutar de la belleza.
Ruta de turisteo básico: Plaza Mayor, Catedral, Iglesia de la Trinidad, Claustro de San Francisco, Museo Arqueológico, Burgas, Parque de la Alameda (incluyendo la parte de arriba, en torno al Palacio Arzobispal), Jardín del Posío, Parque Miño… ¿me olvido algún sitio bonito? Muchísimos, seguro, pero para ir empezando les llega.
Un imprescindible para sentirse guiri de los pies a la cabeza (aparte del sombrero contra el sol del que le hablé en algún artículo) es el guiri-bus como aquel en el que mi amiga Anne quería subir. ¿Lo más parecido aquí? El tren turístico “Ruta das Termas”. Si consiguen vencer su corte y subirse, ya nadie les detendrá en su transformación de guiris. Ah, y tomen pinchos en cada bar que encuentren: Ourense es tan barato.
Mira Ourense: Razones
Esto me lo encontré ayer por la tarde, en una plaza cercana a mi casa. Mmmm… ¿Guot? O sea, ¿qué hace una plancha – con su base – en medio de la calle? Como esta plaza está tan vacía y los edificios son tan nuevos, casi parecía una performance: si hubiera tenido un cartel en la pared de al lado, lo hubiera sido. “Plancha. Joel Garrido. 2016. Metal, plástico y cable”. Pero al no tener dicho cartel (y estar en Ourense, donde los máximos exponentes de arte en la calle son las pintadas), imaginé que era solo una plancha que había sido desechada. ¿Pero por qué en medio de la calle y no al lado de un contenedor? (Están a escasos metros) ¿A lo mejor porque aún se podía usar? ¿Pero entonces por qué no ponen un cartel de “Aún funciona” al lado? Y sobre todo, ¿por qué la gente hace cosas tan raras y nunca deja una dirección donde poder preguntarles sus razones? Si fuera un gato ya estaría muertísima.
Dulce hogar: A vuelta con las listas
El pasado finde me fui a la playa con mis colegas y, entrelazando una conversación con otra, decidimos comprarnos lotería por si tocaba, nos hacíamos megamillonarios y podíamos continuar las vacaciones sin fecha de vuelta. Compramos dos números de la Once, echamos una Primitiva y nos pusimos a decir qué haría cada uno en caso de que nos tocara.
Todos tenían clarísimo el resto de su vida: viajar, trabajar solo muy de vez en cuando (o nunca) y no dar un palo al agua. Todos salvo yo, que me di cuenta de que no había nada que me volviese especialmente loca que pudiera hacer si me tocara la lotería. Así que en cuanto llegué a casa me puse con una lista de cosas que haría si me volviera millonaria.
Apenas apunté una o dos cosas antes de darme cuenta de que ser multimillonaria y no perder el norte no es fácil, así que, al final, decidí hacer una lista con las cosas que no querría acabar haciendo si lo fuera.
Aquí está: no volverme gilipollas, no ponerme morros nuevos, no volverme materialista, no hacer deportes que nunca me han interesado, no comprarme una editorial para que mis libros se publiquen aunque sean execrables, no comprarme una productora por la misma razón pero con películas o series, no empezar a usar joyas, no ponerme pene y luego volvérmelo a quitar…
Les animo fervorosamente a que, en el día de hoy, hagan una de estas dos listas (o las dos), “Qué haría y qué no haría si me tocara la lotería”. Es bastante revelador…
