El COB ha ido bajando su rendimiento al ritmo que crecían sus rivales. El resultado ha sido entrar en una espiral de derrotas, dudas y mal juego que amenaza con dejarlo sin el granero que había almacenado hasta ahora.
Lo peor no es la clasificación, son las sensaciones. El equipo va a peor y los jugadores a los que agarrarse empiezan a ser clara minoría. Confió en la inercia cuando llegaron las lesiones y funcionó al inicio, pero las consecuencias ahora son graves. Los rivales han conseguido anular totalmente a un equipo que no corre y que en estático tiene a Radic en la zona y el triple en el perímetro. No hay más.
Justin Turner era y es la pieza clave. Puntos al margen, es el generador que libera a sus compañeros. Libera para que tengan más espacios y libera de responsabilidad. Sin él, el COB está roto por la mitad. Los bases parecen peores, los tiradores meten menos y la zona está más poblada. Jawara ya vuelve a tener incidencia en el juego, pero no es suficiente.
Pero por encima de todo, la clave está en el nivel de los entrenamientos. Los que hacen jugar bien, mal o regular y los que lo condicionan cuando encadena semanas de supervivencia, pero sin capacidad para progresar nada en absoluto.
Cuando vuelva a entrenar con normalidad, mejorará. Los entrenadores y los jugadores son los mismos. Pero ahora toca otra prueba, la de personalidad. Aprender a mejorar aún sabiendo que lo normal es perder ante los cuatro mejores equipos de la liga y el Alicante. Incluso aunque se mejore. El problema ahora no es perder, sería no mejorar. Ahora es cuando es más importante levantar la cabeza y no esconderse. Ahora es cuando se verá de qué pasta está hecho este equipo.
