BALONCESTO / LEB ORO

¡Sois unos cabrones!

OURENSE. 10.05.2015. COB PLAY OFF ASCENSO ACB, SEGUNDO ENCUENTRO COB - LLEIDA. FOTO: MIGUEL ANGEL
photo_camera El éxtasis de este jinete del apocalipsis cobista refleja la descarga de adrenalina vivida al final.

Afición y equipo me hicieron sufrir de lo lindo, los primeros por su letargo hasta entrada la tarde y los segundos por los memorables últimos instantes

Somos animales nocturnos. Ayer, en O Pazo, lo hemos demostrado. Se preveía un lleno casi absoluto, no lo fue tanto. Lo que no defraudó fue el calor, exterior. Las altas temperaturas presagiaban una explosión de optimismo entre las cuatro paredes de la cancha. Pero no fue así, por lo menos hasta bien superada la tarde. Nos la jugó la digestión. Y el licorcito del después. Muchos llegábamos sin la merecida y necesaria hora de siesta, y eso, quieran o no, se acaba notando. Estaré releyendo lo suscrito a primera hora de hoy y todavía albergaré dudas de quién fue el primero en poner los mimbres de la sufrida victoria que ayer protagonizamos (o padecimos).

Nada funcionaba, ni los aplaudidores -algunos desinflados- ni los ánimos... el rubio agitador llegado de tierras de O Ribeiro lo intentaba. Pero en vano. El ambiente no era el del viernes y era en la tarde dominicial cuando más lo necesitábamos. Hasta a las incipientes cheerleaders del Paco Paz se les apagó la voz en mitad de su dedicada actuación. Todo indicaba que tomaríamos de la mano de un crecido Lleida una merecida lección de humildad. Nos vendría bien, sin duda. Por la borrachera de optimismo del primero de los choques del play off.

Lo que menos esperaba de todos vosotros -público y equipo- es la que me teníais reservada para el final, que tildar de infarto quedaría muy pero que muy lejos de la realidad. ¿De verdad creéis que un cuerpo maduro y poco estresado deportivamente como el mío puede soportar un empate faltando quince segundos para el último pitido? Mi corazón estaba a punto de abandonar la felicidad de antaño para entrar en la peligrosa zona del "sáquenme de aquí". Pero no sólo el mío... si no el de la mayoría de los allí presentes, que no teníamos muy claro si queríamos salir huyendo o quedarnos para la danza del ya segundo de los triunfos en casa. Con todo, he decidido perdonaros. Ambos nos brindasteis un final ¡a-po-te-ó-si-co!, absolutamente digno de la categoría a la que pretendéis y de la entregada afición que, un pelín tarde, pero en el momento justo y necesario, decidió llevar al quinteto local en volandas. Quizás, y solo quizás, por esa perfecta comunión vespertina entre cancha y público y esa capacidad para sufrir lo indecible y más allá, nos merecemos otra victoria y, esta, a domicilio. ¡¡Aaahhh!!... ¡que muchas gracias!

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