Opinión

Rúa das tendas e da Paz

Éramos pocos y…, resulta que primero eran Doña Lupe, Doña Chicha y Doña Beatriz, ahora se les une Doña Mª del Carmen Porto, a la que le doy la bienvenida y un fuerte abrazo. Estas chicas están poniendo en marcha a todas las exalumnas de Carmelitas. Creo que el objeto es que los lectores de La Región piensen y recuerden, pues estas chicas pasan por los portales y por los locales sin entrar en materia. En dos ocasiones me animáis a intervenir en vuestro extensísimo artículo publicado el sábado día 22 de junio: “Quique, seguro que recordas máis” y “Quique, tócache a ti”. Pues sí.

Veamos aquí, como en lo del Toniño: el hecho más importante en la calle de las Tiendas fue la construcción de las escaleras de la Catedral, pasasteis debajo de ellas y no la nombráis. Luego resulta que no recordáis qué negocio había en la esquina a la derecha de la calle de La Paz. En esa esquina había una sombrerería y tenía en el escaparate aquellas cabezas de maniquíes con su correspondiente sombrero. Desaparecida la sombrerería, en ese bajo se instaló, al separarse del de su hermano, el Rafa Chao, con el comercio de tejidos que se llamaba “Nuevo Mundo” ¿estamos de acuerdo? Como sabéis, éste no era mi barrio pero puedo dar razón del fontanero Luis, y que su apellido era Gago, y no era fontanero, sino hojalatero; éramos vecinos de la calle de la Libertad, nosotros del número 33 y él del 37. Por las calles de las Tiendas y La Paz, con los rótulos de los comercios, aprendí a leer. Mi intervención podría finalizar aquí, pero diré como me piden ustedes, mis distinguidas señoras, lo que recuerdo.

Se decía “el comercio de los Santos”, pero el rótulo de la fachada señalaba Casa Riol, y con los hermanos Paco y Julián (año 1960) echábamos las partidas de escoba en El Mundial. Del Bazar Puga diré que aquí a finales de los años cuarenta me compré mi primera radio, era una “radio galena”. Y, de la Emisora EAJ57 Radio Orense, su Locutor y “el alma” Pedro Arcas, nos ayudó muchísimo en la campaña de “Tra.Pa.Bo.Cha.”, promovida por los Jóvenes de Acción Católica a favor del Padre Silva para su incipiente Ciudad de Los Muchachos, y al finalizar nuestra recogida de Trapos, Papeles, Botellas y Chatarra, me regaló el disco de la melodía con que comenzaba su relato de la campaña, de la que hacía varias referencias durante el día, pero a las noches era cuando le dedicaba más tiempo. De la casa del Maestro Vide, sus dos hijos, los más jóvenes, éramos compañeros de clase en el mejor colegio de la época, el Sueiro de Don Manuel; digo el mejor ya que al colegio de nuestra calle venían a estudiar rapaces desde La Rabaza, del Couto, de Marcelo Macías, de Mariñamansa…

Las “Carrañentas” tenían unas galletas caseras crujientes, riquísimas y a muy buen precio, las conservaban fresquitas en grandes latas.

Del Teatro Principal no hacéis mención de su famoso acomodador “Peripepe” y de que los chicos íbamos antes de entrar al “Aceitunero”, padres de Antonio y su esposa Ángeles, a comprar los “cartuchos” de aceitunas, de las grandes y con hueso. Al apagarse las luces y salir los primeros anuncios en la gran pantalla, comenzaba “nuestra función”, “nuestra fiesta”, comíamos las sabrosas aceitunas y tirábamos los huesos a los del patio de butacas, y salían los primeros gritos de los sufridos espectadores: “¡Acomodador…!”. Encendía la linterna el “ Peripepe” y nos iba alumbrando uno a uno, para ver si daba con el que tiraba las huesos de las aceitunas. Si en el patio de butacas había poca gente, se iban hacia las últimas butacas o subían a los palcos para evitar nuestra “guerra”.

De “La Tropical” de Antoñita, esposa de Ricardo Valencia, una pareja ejemplar muy buena gente, además de los cafés, tenían unos excelentes bombones y ricos caramelos. Terminaré el relato diciendo, estimadas señoritas del colegio Carmelitas, que, además de los puños y cuellos de las camisas de los varones, en la “Camisería Carvajal” almidonaban los blancos cuellos de vuestros uniformes de colegialas.

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