Opinión

ELECCIONES E INDECISOS

Dicen los expertos en elecciones que la suerte de los partidos políticos se juega en los quince días de campaña, es decir de aquí al 22-M. Algo que de ser cierto sería una profunda irresponsabilidad tanto por parte de los electores como de los elegidos. Una sociedad democráticamente sana y madura debería ser capaz de distinguir entre lo que un político promete y lo que finalmente cumple.


Los alcaldes y presidentes autonómicos ha tenido cuatro años para demostrar lo que su partido político es capaz de hacer para solucionar los problemas de los ciudadanos y, por lo tanto, para que los electores confíen o no en su palabra. Estos son días de excitación e hiperactividad, de promesas huecas y palabras que se quedarán en el camino pero no por ello debemos de ser menos exigentes a la hora de meter nuestro voto en las urnas. Ni todos los políticos son iguales, ni todas las formas de ejercer la política se pueden medir por el mismo rasero. Nos dirán que habrá mas empleo, que tendremos menos impuestos, que mejoraran la educación y la sanidad, que nuestras calles estarán limpias y nuestra seguridad garantizada, pero ya sabemos que una cosa es predicar y otra dar trigo, por lo que hay que ser exigentes a la hora de decidir en quien poder confiar.


No se trata tan solo de diseñar un programa sino de hacerlo creíble además de vendible. Si hacemos caso de los sondeos, la distancia entre PP y PSOE se amplía, hasta el punto de que los socialistas perderían algunos de sus feudos históricos y no podrían gobernar ninguno en solitario. Puede que las encuestas acierten pero yo desconfío. Es verdad que la gestión de Zapatero y la situación del país puede ser un lastre para los candidatos socialistas, pero también lo es que cada territorio es un mundo y si se ha hecho una buena gestión municipal y autonómica- mas allá de los errores cometidos por el presidente del gobierno- los ciudadanos van a valorar a sus políticos locales. Siempre he pensado que hasta que las urnas no dan su veredicto hay partido y bajar la guardia ,a golpe de sondeo, es un error que siempre pasa factura.


Dicen los expertos que el perfil del votante indeciso tiene mucho que ver con el escepticismo que la propia clase política ha generado de manera implacable desde aquellos ilusionantes años de la transición. Dicen que el indeciso es ideológicamente ambiguo pero no es cierto. Tal vez haya que buscar a los indecisos entre aquellos que desean hacer de su voto un ejercicio de responsabilidad y dárselo a aquel partido que no se limite a hacer eslogan mas o menos ocurrentes, gastarse lo que no tienen en quince días y lanzar propuestas sin contenido. Tal vez el indeciso sea el votante mas exigente, ese al que, por ejemplo, la corrupción repugna en todas sus formas y no tolera la mínima sombra de sospecha y por lo tanto no está tan mal que al final sean ellos quien decidan. Dicen que los indecisos son nada más y nada menos que un veintitantos por ciento y por lo tanto es su voto el que hay que ganarse como sea.


La indecisión es tan valida como cualquier otra de las opciones porque obliga a una reflexión mayor. Los sectarios del color que sean lo tienen claro, los militantes y simpatizantes también, pero quienes aun no tienen el voto decidido o se van al voto en blanco, o simplemente sopesan y mucho a quien dar su apoyo. Reconozco que yo he votado distintas opciones en distintos momentos de mi vida y lo sigo haciendo. Me encuentro entre ese sector que todavía no sabe que hará y no quiere milagros ni pócimas electorales mágicas de ultima hora.¡Ya veremos!

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