Opinión

FÚTBOL Y POLÍTICA

Es el fútbol y es política. Separar una cosa de la otra es imposible, especialmente para los nacionalistas que siempre han aprovechado el tirón del gran deporte nacional, para hacer bandera de sus aspiraciones de autodeterminación e independentistas. La final de la Copa del Rey, en el estadio Vicente Calderón, se celebrará el viernes con el signo de la polémica iniciada por los proetarras de Amaiur, que dieron voz a las plataformas que piden selecciones deportivas propias, y alentada por todos los grupos nacionalistas del Congreso de los Diputados. Las imagen de sus señorías en la Puerta de los Leones, detrás de una pancarta en la que se podía leer 'Una Nació, una selecció' escrita en catalán, vasco y gallego es la imagen de quienes no quieren un partido de fútbol sino un día de reivindicación nacional, como dijeron los propios promotores. Son ellos quienes quieren bronca, silbidos y pitadas al himno nacional y al rey representado en esta ocasión por el príncipe.


Siendo, como son, los nacionalistas auténticos virtuosos en explotar el victimismo frente a un 'estado explotador', ahora resulta que la culpable de todo es Esperanza Aguirre quien, sin duda equivocadamente, pero haciendo uso de su libertad de expresión, ha sugerido que si hay injurias al himno o a la corona el partido se suspenda y se realice a puerta cerrada. Es curioso que según los tribunales hacer una pitada al rey no es delito porque es un acto de libertad de expresión, pero si la presidenta de la comunidad de Madrid hace lo propio, apelando a esa misma libertad le cae la del pulpo.


No es deporte, es política y nos guste o no la legislación, y más concretamente el articulo 543 del código penal prevé multas de 7 a 12 meses para quienes cometan ofensas o ultraje de palabra, por escrito o de hecho a España, a sus comunidades autónomas, a sus símbolos o emblemas pero, en la práctica, esto es inaplicable porque siempre, hasta ahora, cuando han ocurrido hechos similares prevalece la libertad de expresión. Yo no creo que la solución pase por lo que dice Esperanza Aguirre, porque suspender o hacer el partido a puerta cerrada sería una excusa mas para los que quieren ver a España como la madrastra mala del cuento y a las autonomías históricas poco menos que como unas colonias oprimidas. Pero, desde luego, me niego a hacer el juego a quienes han iniciado la polémica y especialmente a Amaiur y compañía que han utilizado el Congreso de los Diputados -que si pudieran eliminarían de un plumazo- para sus fines espurios.


En esta polémica en la que todos han entrado al trapo, ha llamado mucho la atención el estruendoso silencio de los clubes, que deberían ser los primeros interesados en que no se ofendiera a la inmensa mayoría de los españoles con pitadas al himno nacional y a la corona. Eso sí, Rosell se ha retratado animando a los aficionados del Barca a expresar sus sentimientos con libertad. Le faltó decir que los sentimientos se pueden expresar en libertad sin ofender otros muchos sentimientos y sin denigrar los símbolos constitucionales. Claro que para eso primero tendría que pensarlo y parece que algo tan sencillo es como pedir peras al olmo. Es fútbol sí, pero hay muchos interesados en que sea política y en no dejar a los seguidores que de verdad sienten los colores de su equipo, disfrutar la fiesta en paz.


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