Opinión

Más que palabras

Ha vuelto a pasar y ...no pasa nada porque se ha convertido en algo habitual.. El gobierno ha dado, una vez más, un claro ejemplo de improvisación y descoordinación con el asunto de la nueva ayuda de 420 euros a los parados.


A estas alturas de la película que el Ministro de Trabajo diga lo contrario que el portavoz socialista en el Congreso o que éste le enmiende la plana a la mismísima vicepresidenta económica, ha dejado de ser noticia para convertirse en un mero chascarrillo. Que dentro del Gobierno se produzca un coro de voces discrepantes es un síntoma de que algo no va bien, pero además evidencia que se puede decir una cosa y la contraria en el reino de la improvisación.


El presidente ha decidido tomar decisiones día a día, según sople el viento de la coyuntura económica, y aunque tenga que desmentirse a si mismo. Si de muestra vale un botón en un tiempo récord de quince días se ha pasado de aprobar en Consejo de Ministros Extraordinario que la famosa ayuda a los parados entraría en vigor con fecha 1 de agosto a situarla en el 1 de Enero según pedían los sindicatos, cuestión desconocida nada menos que por la vicepresidenta económica Elena Salgado. ¡Que fallo no haberla informado! dicen algunos de sus compañeros de gabinete, para zanjar la cuestión con un ‘pelillos a la mar’. Al fin y al cabo el Presidente vuelve a hacer de la necesidad virtud: por un lado se garantiza la paz social con los sindicatos y por otro pacta con los pequeños partidos de la izquierda parlamentaria con lo que se canjea su apoyo de cara a los Presupuestos Generales.


Dice el maestro Raúl del Pozo, de forma certera, que el Gobierno se está convirtiendo en una especie de ONG de subsidios y que la subvención de los 420 euros a 700.000 parados es una especie de PER para peones. El problema está ahí en que las medidas que se toman no vayan encaminadas a mitigar la sangría del paro sino a convertir España en un país de subsidiados. El paro es una historia de un fracaso, un mal colectivo que nos afecta a todos y llena de miedo, inseguridad y frustración a quien lo padece. Ya son muchos, demasiados quienes pasan sus lunes al sol y ese sol ni calienta ni reconforta. La chapuza de los 420 euros -que sin duda aliviará a algunos- es pan para hoy y hambre para mañana. Un mañana lleno de incertidumbres que la actitud del Gobierno no ayuda a despejar.



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