Opinión

A coser

Sea cual sea el resultado del recuento de los avales, la primera conclusión de este primer paso hacia la elección del próximo secretario general del PSOE es que el partido se encuentra partido por la mitad y, si acaso, un poco más escorado a posiciones de izquierda tradicionales que al discurso de la utilidad para el país y la recuperación del Gobierno que se ve muy lejana.  

La suma de los avales de Pedro Sánchez y de Patxi López demuestran que la militancia desea un partido con un discurso claramente de izquierdas, de oposición al gobierno popular, si se tienen en cuenta las declaraciones de ambos sobre el modelo de partido en primer lugar –puesto que se trata de un proceso interno- y del tipo de oposición que quieren realizar y el modelo de país que preconizan.

En el primer aspecto además se ha demostrado la independencia de los militantes en muchas federaciones sobre el “aparato” nacional –la gestora y su indisimulado apoyo a Susana Díaz- y los “aparatos” regionales, donde Pedro Sánchez a pesar de recoger menos avales que la presidenta andaluza ha podido mantener el tipo en zonas claramente adversas. La consecuencia es que las primarias no están decididas, que a pesar de la movilización interna todavía hay un treinta por ciento de militantes que no se han manifestado pero que pueden ejercer su derecho al voto el 21 de mayo, que los partidarios de Patxi López ante la imposibilidad de que su candidato pueda alcanzar la secretaría general se decanten por el “voto útil” hacia quien tiene un proyecto de partido y de sociedad más cercano al suyo –Sánchez-, pero también es cierto que los “aparatos” partidarios de Susana Díaz se van a emplear a fondo para lograr el triunfo de su candidata.

Venza quien venza, la imagen que proyecta el PSOE es la de la división más furibunda, y a ninguno de los dos principales candidatos, ni a Susana Díaz, ni a Pedro Sánchez, se les ha escuchado ni una sola palabra sobre la posibilidad de integrar en la Ejecutiva al bando perdedor, lo que sí ha hecho Patxi López, sin duda por convencimiento, porque pretende que no se vuelva a repetir el espectáculo de la recogida de avales para no exponer la fractura del partido en otras ocasiones de forma tan evidente.  

¿Qué hará el vencedor? Quedan quince días para la elección del secretario general y nada se sabe de cómo cerrarán la herida, de cómo están dispuestos a “coser” el partido. ¿Dará un paso atrás el perdedor o hará valer que prácticamente la mitad del partido está con él? ¿Serán fulminados los secretarios generales que han apoyado al candidato perdedor? Cuando tanto se habla del sectarismo de los candidatos ¿serán magnánimos, perdonaran infidelidades y desafecciones, o harán pasar por las horcas caudinas a los perdedores? Las direcciones socialistas no han hecho gala de la voluntad de integración tradicionalmente. Pero nunca había habido una ruptura tan grande.

Y hay otra cuestión por responder: ¿aprovechará Mariano Rajoy la situación de división, de debilidad del PSOE para, contradiciendo su propósito de tener una legislatura lo más larga posible, convocar elecciones anticipadas si ganara Pedro Sánchez? ¿Qué su candidata sea Susana Díaz da pistas sobre las posiciones de uno y otra? Rajoy puede tener esa tentación, pero ahora que ha logrado un pacto con el PNV no tendría sentido que activara el botón electoral.      

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