Opinión

Consideraciones sobre Ucrania

Durante el siglo IX, en el curso medio del río Dniéper se formó el Estado de la Rusia Antigua, con Kiev como capital. Se extendía desde el Báltico hasta el Mar Negro y desde las lomas de Donets hasta los Cárpatos. En el siglo XIII toda esta región fue devastada por las hordas tártaro-mongolas de Batu Khan; la capital, Kiev, fue conquistada en el año 1240, pero el desgaste de las fuerzas mongolas fue tal que se vieron obligadas a detener su avance, Europa occidental se había salvado gracias al sacrificio de la Antigua Rusia. Ucrania es un país forjado en la violencia; durante cuatro siglos soportaron el yugo de los tártaros, de los turcos y, más tarde, de polacos, húngaros y lituanos. En 1648 los ucranianos se sublevaron contra el poder de la Polonia de los panis (nobleza latifundista); cuando consiguieron la independencia, el héroe de la liberación, Bogdán Jmelnitske, proclamó: “Unidos para siempre al pueblo ruso”; reconociendo la ayuda de los campesinos rusos y de los cosacos del Don en la lucha solidaria por la soberanía de su país.

Los alemanes, tras la Operación Barbarroja (22 de junio de 1941), entraron en Ucrania y se encontraron con el apoyo inquebrantable de los grupos ultranacionalistas; Himmler, responsable de las SS, aprobó la creación de una unidad de las Waffen formada por soldados ucranianos y polacos, con el nombre de División Galizien, aunque hay que destacar que el mando siempre fue ejercido por alemanes. La crueldad de esta división ucraniano-polaca quedó patente en las zonas de Brody y Tarnow, en la Ucrania occidental; también sembró de muerte y destrucción Eslovaquia y Eslovenia donde habían sido enviados para combatir a los partisanos de la resistencia. Acabada la guerra, los sobrevivientes de la División Galizien fueron acogidos por los canadienses y norteamericanos, para que no fueran juzgados en su patria, la victoriosa URSS.

El 21 de noviembre de 2013 comienza un movimiento de masas contra el presidente electo de Ucrania, el pro ruso líder del Partido de las Regiones, Victor Yanukovich. La plaza de Madián se convirtió en un campo de batalla entre los manifestantes y las fuerzas del orden, con docenas de muertos. El conflicto se mantuvo hasta la huída de Yanukovich y la toma del poder de la oposición. Hemos de resaltar que la violencia estuvo planificada y ejecutada por el grupo fascista Pravy Sektor, por el partido de extrema derecha Svoboda y por miembros de minorías étnicas (polacos, tártaros de Crimen, georgianos…).

Los sucesores de la extinta Galizien, aliados con los descendientes de las hordas de Batu Khan y los nuevos panis (representados por el capitalismo alemán); tratan de “europeizar” a la Antigua Rusia, sin importarles las consecuencias en una zona extremadamente sensible. Pero cuando se alimenta a la bestia, ésta se revuelve contra su amo; y de nuevo los paramilitares de Pravy Sektor han llevado el luto a la plaza de Madián. Esta vez tratan de impedir que se cumplan los acuerdos de Minsk y que el clima que ha propiciado la reciente guerra civil continúe hasta la extinción de los “hijos de Moscú”.

¿Cuándo Europa será consciente de la importancia que supone la estabilidad de su frontera Este? ¿Cuándo aceptaremos que una alianza con Rusia es esencial para frenar el islamismo yihadista? ¿Cuándo se reconocerá el papel de Rusia en su lucha contra las invasiones asiáticas mogolas y turcas? Hay que admitir que el nuevo “zarismo” instalado en Moscú no favorece un acercamiento entre los dos bloques, pero los liderazgos personales son pasajeros y los intereses comunes están por encima de estrategias coyunturales. Lo que tenemos que evitar es que los errores que nos llevaron a una guerra de exterminio se vuelvan a cometer; para ello hay que disolver a los paramilitares de Pravy Sector, que tanto nos recuerdan a los terribles Einstzgruppen.

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