Opinión

BAJO EL SOL DE VENECIA

Una Venecia radiante, con el sol reflejado en sus canales, ha recibido a Benedicto XVI en una jornada memorable. Pero más que Venecia, el abrazo se lo ha brindado al Sucesor de Pedro una multitud que sobrepasaba -según los periodistas- las trescientas mil personas llegadas de todo el Nordeste de Italia, para escuchar su palabra siempre iluminadora y esperanzada sin perder por ello ni un ápice de realismo y objetividad.


Resulta sugerente que Benedicto XVI haya comenzado pidiendo a los habitantes de esta región que acepten el contexto cultural y humano que les ha tocado vivir, un contexto marcado por el materialismo práctico y el relativismo y también por un creciente pluralismo cultural y religioso. Entre otras cosas, porque este es el contexto que la Providencia de Dios ofrece, el único en el que se puede llevar acabo la misión.


El papa ha subrayado que esta situación reclama a los cristianos, disponibilidad para dar razón de su esperanza a quien se la pida y capacidad de afrontar los nuevos desafíos culturales en una relación respetuosa y constructiva con todos los sujetos que viven en la sociedad. Y evocando la Carta a Diogneto, les ha dicho que 'sin renegar jamás del Evangelio, en el que creéis, debéis estar en medio de los demás hombres con simpatía pero sin complejos, comunicando con vuestro estilo de vida ese humanismo que hunde sus raíces en la fe cristiana y tiende a construir junto a todos los hombres de buena voluntad una sociedad más humana, justa y solidaria.


En la homilía pronunciada en el Parque San Julián de Mestre, Benedicto XVI advirtió sobre los riesgos actuales de que la fe y la pertenencia eclesial se vacíen de sustancia y queden reducidas a una pátina que no sirve para iluminar el camino de la existencia. De ahí la necesidad de una personalización de la fe, alimentada en la Palabra de Dios y la Eucaristía. Y la urgencia de una experiencia comunitaria verdaderamente educativa que restituya a la fe todo su espesor de inteligencia y afecto, toda su capacidad de generar comunión y de incidir en las circunstancias históricas.


El momento culminante de la visita ha sido el encuentro con el mundo de la cultura, de la economía y de la política en la Basílica veneciana de la Salud. Allí el papa ha hecho el esfuerzo de traducir el patrimonio de la experiencia cristiana en sugerencias para la renovación de la vida civil mostrando un claro apoyo al polo de reflexión y diálogo que impulsa el cardenal Ángelo Escola, patriarca de Venecia. Benedicto XVI se ha referido a una sociedad y cultura 'líquidas' para expresar su volubilidad e inconsistencia, y ha propuesto como alternativa una ciudad de la vida y la belleza que se renueva bebiendo en las fuentes benéficas de las artes, del saber de las relaciones entre los hombres y los pueblos. También se ha referido a la capacidad sanadora de la fe, que cura al hombre de su dureza de corazón, de su cerrazón egocéntrica y de su parálisis espiritual. Y por último ha evocado el título de 'Serenísima' que ostentaba la república de Venecia para vislumbrar una civilización de la paz en la que sea posible el respeto mútuo y la amistad entre los que son diferentes.

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