Había nacido en Badajoz pero creció en el barrio más entrañable de Madrid, Lavapiés. Manolo lo conocí allá en el 78 y tuve la fortuna de trabajar a su lado en aquella formación mítica: "Cucharada". Allí estaba yo vestido con una estola, un mimo al lado y recitando poemas de mi libro "Irrevocablemente Inadaptados". Manolo Tena me acompañaba con creativos "riffs" de guitarra. En aquellos días "Cucharada" era la banda más querida de Madrid. En un principio el cantante era el malogrado Hilario Camacho. Las letras eran reivindicativas: "Juan el trapero es un homosexual/le gustan los tíos como a ti la libertad". Letras combativas y doloridas: "Me encuentro tan oprimido para componer un himno/tan deprimido/para componer un himno".
Entonces Manolo caminaba altivo por el lado salvaje. Amaba desesperadamente eso tan olvidado que se llama “autenticidad”. Creció en el underground más puro del asfalto madrileño. Ay, "Cucharada". Vine con mis poemas y la banda a Galicia. En Santiago todo funcionó. En Vigo fue un completo desastre. Sólo había cinco espectadores. Hay una anécdota que siempre cuenta Julián Hernández de los "Siniestro Total": “Ví aquel concierto y allí nació mi idea de crear los Siniestro”. Después montó "Alarma". Su tema "Frío" refleja el lado oscuro de Madrid. A finales de los 90 actuó en Ourense. La noche fue larga, la recuerdo.
Manolo Tena Intermitentemente desaparecía como si lo tragase la tierra. Hace unos años, Javier Vargas le dijo: "Toma un billete para la gloria, ponle la letra". Era el tema "Sangre Española". Cierto, una sombra fugitiva le persiguió siempre. Una vez más recuerdo a Marco Aurelio: "Morir no es más que cambiar de residencia".
