Opinión

Los padrinos

Ahora resulta que hay un cierto revuelo por el problema de los padrinos para ciertos sacramentos de la Iglesia y en concreto para ser padrinos de bautismo. Exige la Iglesia el estar confirmados para poder apadrinar al neófito. Sinceramente creo que es una medida muy lógica y está en la línea de conseguir que todos entiendan que un sacramento dista de ser un evento meramente social. Deben tener muy claro los implicados en ello que se trata de un sacramento, algo muy serio que necesita la debida preparación. Convertir un sacramento, sea el que fuere, en un mero acto social está fuera de lugar y, en el menor de los casos, es una profanación de algo religioso, sagrado.

Por eso la Iglesia viendo el rumbo que llevan las cosas, cada día trata de ser más estricta. ¿Que cada día hay menos que acceden al sacramento del matrimonios? Me parece bien, pues es mucho mejor pocos y buenos que muchos por costumbre o tradición. Deben pensarlo y prepararse convenientemente para evitar que aquello –también dentro del templo- se convierta en un espectáculo que hace olvidar lo sustancial. Basta asomarse a algunos matrimonios, bautismos, primeras comuniones e incluso ahora confirmaciones.

Y, además, algunas veces, con un jolgorio fuera de lugar e incluso se atreve alguno de los concurrentes a pronunciar “su” comentario, que será muy sentido e incluso literariamente bello, pero que está fuera de lugar porque corresponde a quien preside, que es el sacerdote o en casos el diácono, la grave responsabilidad de comentar el acto y descubrir para los asistentes el significado del mismo. Lo otro es improcedente y así salen algunos felicitando al “espontáneo” de turno olvidando las palabras del presidente, que deben ser las adecuadas para el momento.

Pues bien, volviendo a los padrinos, es necesario recordar que a ellos corresponde la muy grave responsabilidad de ayudar en la fe a quien recibe el sacramento. Hay un principio básico comúnmente admitido que señala bien claramente que “nadie da lo que no tiene”. Por eso se exige el estar confirmados para apadrinar a quien se bautiza o confirma. Pretender, incluso una persona ajena al sentir de la Iglesia, desempeñar esa función está fuera de la ley. Medida lógica que ahora los que tenemos responsabilidad estamos llamados a cumplir.

Claudicar en este principio estaría fuera de lugar, y de manera reiterada solicitar al responsable su admisión algunos sin confirmar es intento de transgredir esa ley. Sería un caso más de poner en almoneda los sacramentos, que es lo más serio que posee la Iglesia. Por eso en esta época de confirmaciones nos llevamos los sacerdotes responsables más de un disgusto porque es mucho más fácil decir a todo que sí. Debe quedar claro que el padrino es el directo responsable de la fe del bautizando o confirmando. ¿Podría una persona sin fe desempeñar plenamente esa misión y todas sus exigencias? Me parece difícil o imposible. Hay que ser coherentes.

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