Opinión

2016, un año con riesgo de estancamiento

El problema fundamental de España está en la falta de un modelo económico alternativo al inmobiliario, cuya burbuja estalló sin control, y en las abultadas deudas del Estado, el sector bancario, las empresas y las familias. España adoptó severas medidas de austeridad, a pesar de tener un desempleo elevado, pero no lo hizo por voluntad propia, sino bajo presión. Se encontró sin capacidad de refinanciar su deuda y se vio obligada a recortar su gasto y a subir los impuestos. Ante la imposibilidad de un cambio inmediato del modelo productivo, la devaluación interna perfiló y condicionó la traumática superación de la crisis financiera y económica. Ahora, ya en 2016, España es un país con riesgo de estancamiento.

Son muchos los observadores que, desde dentro y desde fuera de España, hablan de un país endeudado que tardará unos 20 años en volver al nivel de bienestar previo a la crisis, mientras las políticas de austeridad amenazan la universalidad de derechos como la salud y la educación. A pesar de los ajustes, la deuda pública aumenta y la deuda privada de empresas y familias sigue siendo disparatada.

¿Realmente hay salida? La habrá siempre que se elabore un programa de largo recorrido, capaz de crear un clima social y económico favorable a los cambios; por tanto, un programa de reformas equitativas. “Con coherencia y eficacia”, como suele recomendar el profesor Antón Costas. ¿Objetivos? Lograr la sostenibilidad de las cuentas públicas y crear empleo progresivamente.

Esta crisis es diferente, por lo que no valen los remedios aplicados a otras crisis más convencionales. En primer lugar, su origen está en dos burbujas -de crédito e inmobiliaria- que, al explotar, dejaron millones de familias y empresas sobreendeudadas. “El mejor conocimiento económico disponible -explica precisamente Antón Costas- nos dice que estas crisis son duras y duraderas, pero que se pueden alargar más si nos ponemos a excavar en el fondo. Y eso es lo que ocurre con los recortes”. En segundo lugar, España forma parte de una unión monetaria europea a la que le transfirió instrumentos muy potentes: la política monetaria, financiera y cambiaria. Son palancas esenciales e insustituibles para enfrentarse a una crisis de activos y de sobreendeudamiento como es esta. “Si estamos en una unión -subraya Costas-, la salida a la crisis es cosa de dos. No se trata de implorar ayuda, sino de exigir que cada parte haga el trabajo que le corresponde”. Pero no será fácil, porque la canciller alemana, que es quien perfila las grandes líneas estratégicas de Europa y de España, insiste con la austeridad.

Si se aceptan esas dos premisas, la alternativa a los recortes es posible. Una buena opción sería el saneamiento de las finanzas públicas mediante el ajuste de los excesos cometidos en todo tipo de administraciones; no solo las autonómicas, como a veces se quiere hacer creer. A falta de todo ello, la realidad indica que el año 2016 será aún de transición y, por tanto, de mucho paro, por lo que no cabe hablar de salida de la crisis con inmediatez. Como dice el expresidente Felipe González, el problema es que frente a la desaparición de empresas, como consecuencia de la destrucción de la economía y de su aparato productivo, no hay medidas alternativas a ese tremendo drama. Faltan incentivos. Faltan empleadores. Por eso no hay trabajo suficiente.

@J_L_Gomez

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