Opinión

Amaral da la nota

Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Así rezan en los créditos infinidad de películas eludiendo malentendidos; en Ratonera, el último vídeo del grupo Amaral, hacen lo mismo.

No podía quedar más atinado, Manuel Pacho, aireando la efeméride de los 25 años del himno del PP que le encargaron Rodrigo Rato, Álvarez Cascos y Miguel Ángel Rodríguez -qué tiempos aquellos y cuánta sintonía perdida- y a los maños les da ahora por “pegar” palos. “...Y es ke me han kambiao los tiempos”, que dirían los Ketama. La de Pacho, es sólo música, un arrebato in crescendo -sin letra- con 24 versiones, las hay hasta con toque de “bakalao”. Es sonar, la rabiosa melodía y toda la basca a levantar el culo para ovacionar al líder. El PSOE, también tiene su himno, faltaría más, del 81, cuando la peña andaba a la gresca con el bendito de Adolfo Suárez, al que nadie ahora reconoce haber martirizado. El del PSOE, tiene otro punch, más musiquilla y ninguna letra, que para eso estaba la Internacional, pero de esa etapa ya nadie se acuerda. Dicen que cuando Julio Mengod, que por entonces trabajaba en TVE de músico de programas, le enseñó en estudio la melodía a Alfonso Guerra, éste quedó encantado.

Lo que uno ya no comprende, es a qué viene el cabreo de Amaral y Ratonera su nuevo sencillo. Quizá nos daban una pista en “Hacia lo salvaje”, su anterior trabajo. Jamás, nadie -en el vídeo desfilan reconocibles políticos malheridos- se había atrevido a nada semejante. Qué cruel es el olvido para dejar de lado a Rubalcaba y su aireado “Usted sin mí no es nadie” que siendo ministro del Interior y con el caso Faisán en la sartén del debate, le espetara en las sienes al diputado del PP, Gil Lázaro. “Amigo, no me toques los huevos”, le llegó a responder el guitarrista, Juan Aguirre, al líder socialista. Y ahora, tres años después, otra ametralladora arrebatada contra las huestes políticas. Pero qué le pasa a estos chicos para tirarse al monte, ¿tan mal les trata la vida? Uno que se los imaginaba mojigatos en cualquier colegio de monjas y resulta que se retuercen como en un arrebato punki.

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