Opinión

Fútbol y pobreza, pobreza y fútbol

Messi, Beckham o Cristiano Ronaldo pasan por ser los futbolistas más ricos del mundo. El azulgrana, 22 años, cuenta con ingresos 'reconocidos' de 33 millones de euros al año. Beckham, 30, seguido el del Milán por Cristiano Ronaldo, 22,5 en 2009 sólo en publicidad, lo que completa lo que recibe del Madrid, club con el que firmó un compromiso de seis años por 11,6 millones para la primera temporada. Cualquiera de estas cantidades serviría para atender, alimentar y medicar a miles de niños durante más de un año.

El fútbol es el deporte con mayor seguimiento, la pobreza la primera causa de mortalidad infantil. Hambre y malnutrición, falta de agua y de atención sanitaria sesgan la vida de 28.000 menores al día, casi todos en el 'tercer mundo', aquel al que van dirigidas muchas de las campañas que tienen a los mediáticos deportivos como protagonistas y a las que estos dedican sus esfuerzos en su lado más social y humano, aunque en la mayoría de los casos siquiera sepan dónde, cuándo y cómo se emplean sus donaciones.

Sudáfrica, uno de los países en los que la distribución de la riqueza es más desigual y que presenta elevadísimos índices de pobreza (pese a que acapara el 25% del PIB africano), será sede del Mundial de fútbol desde junio, siendo esa pobreza endémica el argumento que el entonces presidente del país, Thabo Mbeki, utilizó en mayo de 2004 para defender su candidatura. Cinco minutos fueron suficientes: 'De los 47 millones de habitantes de mi país, 23 millones viven bajo la línea de pobreza... '. Su candidatura triunfó sobre Marruecos (donde la pobreza afecta al 14% de la población). Turistas y aficionados (se esperan 380.000 espectadores) dejarán en el país aproximadamente 1.334 millones de euros, siendo el impacto bruto del Mundial en su economía de 9.528 millones. Asusta, y mucho, pensar cuántos niños del entorno más cercano al país más rico de África asegurarían su futuro con cantidades semejantes.

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