Opinión

Puro y duro teatro

Si el pasado sábado era el Día internacional de la Poesía el que se presentaba como excelente oportunidad para hacer visible trabajo y creación, hoy y una semana después es el del Teatro en su celebración mundial ocasión para reivindicarse en época en la que éste constituye más que evasión y entretenimiento, refugio y camino, necesaria oportunidad para el desarrollo personal y la reflexión. Como viene sucediendo desde 1961, año en el que la de hoy se convertía en jornada abierta a ilusión y comunión cultural, es el teatro fiel al cumplir la tradición de 'entretener, educar e iluminar', según reza el mensaje este año responsabilidad de la actriz Judi Dench, una de las más respetadas y populares del Reino Unido. En su reflexión, la que fue gran dama de la Royal Shakespeare Company habla del teatro como un mágico encuentro 'con la habilidad de hacernos sonreír, pero que debería tener además la virtud de hacernos pensar y reflexionar, teniendo de igual forma la posibilidad de unificar culturas y gentes', uno de los principales retos de las escuelas modernas de interpretación y, sobre todo, de la legión de autores que buscan hueco en carteleras obligadas al inagotable recurso de los clásicos ante la falta de novedad, calidad y transmisión actual.

Teatro y poesía van de la mano en caminos paralelos, se nutren y alimentan en corrientes de pensamiento vedadas a los comunes aun con el idéntico objetivo de ponerse a su servicio. Juntos arrogan idénticos criterios de supervivencia, adoptando el uno el compromiso de capear la crisis y hacer ésta más llevadera a los espectadores que, pese a todo o precisamente en su deseo de escapar de ella, siguen acudiendo. Como espectáculo cultural, éste encuentra provecho además de la bochornosa oferta televisiva por mucho canal que la eclosión digital haya llevado a las televisiones. Es, hoy y como siempre, puro y duro teatro.

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