Opinión

De la infamia a la infanta

Dos palabras con el mismo número de letras, con antagónico concepto, pero que reflejan el cambiazo, en menos de veinticuatro horas, del Doctor Sánchez o Míster Pérez-Castejón.

De la reunión “chusca” y vergonzante en un despacho de Bruselas, sin una bandera y con una foto del tupperware electoral independentista con quien quiere acabar con España a toda la simbología constitucional exhibida con orgullo el día que juró la Carta Magna la princesa de Asturias, convertida ya en heredera.

Dijo Harold Wilson, primer ministro del Reino Unido en dos ocasiones, una frase que repito mucho: “A week is a long time in politics” (una semana es mucho tiempo en política). En este caso un día de diferencia alumbra dos realidades contradictorias, una suerte de, permítaseme la expresión, esquizofrenia política a la que pone las banderillas una ministra podemita del presidente en funciones cuando asevera que trabajarán para que la princesa nunca reine. Justo el día en que quien preside el consejo de ministros más amplio de nuestra democracia loa y alaba a la Monarquía. Es más: cuando entra en el hemiciclo casi se sienta en las sillas destinadas a la Familia Real. Así es el sanchismo.

Tiempos de hacernos comulgar con ruedas de molino, de fabricar a salto de mata una verdad oficial, como si se tratase de la “teoría de una sola bala” introducida por la Comisión Warren para explicar el magnicidio de Dallas. Horas después llega la guinda: el acuerdo entre Sánchez y Aragonés para llevar adelante la ignominia y el escándalo de la ley de amnistía.

Adivino lo que pueden pensar Miquel Roca Junyent y Miguel Herrero de Miñón, con quien tuve el honor de cruzarme en la histórica jornada del 31 de octubre en el Congreso de los Diputados. Sé lo que opina el expresidente González, verdadero protagonista histórico del socialismo en España. Ese partido que desechó al actual presidente en funciones.

Me quedo con la importancia del acto celebrado al final de la Carrera de San Jerónimo, en el edificio que custodian Hipómenes y Atalanta, los leones de las Cortes. Ese aplauso interminable y merecido a la Corona y la aceptación popular de la princesa de Asturias. La mejor receta contra la infamia.

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