Opinión

Republicanos monárquicos

Como tantos españoles es posible que usted crea que la república es el sistema político más racional y democrático de gobierno, pero quizás defienda también la monarquía por simple empirismo tras cuatro décadas de un Rey que moderó y serenó a los partidos políticos españoles.

Partidos democráticos, sí, pero de izquierdas, derechas y nacionalismos históricamente tan hostiles entre ellos que, en ausencia de ese mediador neutral, se habrían enfrentado, a saber cómo.

Quien haya asistido a las manifestaciones republicanas de este lunes por algunas partes de España tras el anunció de abdicación de Juan Carlos I habrá visto buena gente que sólo pedía un referéndum sobre monarquía o república.

Pero también habrá encontrado muchos personajes nada recomendables. Exaltados, cargados de odio que exigen imponer tribunales populares para castigar a “la casta” de políticos marcados como enemigos.

El referéndum podrá celebrarse, claro: con una reforma constitucional aprobada por las Cortes tras las próximas elecciones generales, dentro de año y medio.

Felipe VI dispone de ese tiempo, más el de la elaboración y el referéndum de las enmiendas constitucionales, para demostrar que su jefatura del Estado es tan útil como la de su padre. O más, porque ahora está ante una crisis que ha vuelto levantisca a parte de la ciudadanía, mientras que Juan Carlos I llegó en tiempos prudentes, cuando estaba vivo el temor a repetir la guerra civil. Ese miedo desapareció. Por eso renacen vigorosos populismos, anarquismos, comunismos, fascismos, quizás nuevos terrorismos islamistas o nacionalistas, y balcanismos separatistas que podrían, estos, canibalizar 500 años de historia. Los más exaltados crearían así una violencia de acción-reacción similar a la de la II República, cuyos presidentes facilitaron aquel sangriento fratricidio por ser militantes, y no mediadores como Don Juan Carlos estas últimas cuatro décadas.

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